el retranqueo
Contigo no, bicho
La pantomima entre Díaz e Iglesias no puede ocultar todo lo que se desprecian. Como mucho, Yolanda quiere a Podemos como un patrocinador de 'photocall' que no dé la murga ni enrede
No es lo mismo ser tonto que estar tonto, como tampoco es lo mismo ser guapo que estar guapo. Lo primero, el 'ser', tiene un cariz intemporal, eterno, de permanencia y ADN. El que es tonto, por más que relea a la Irene Lozano del ... manual de resiliencia, o escuche a Rhodes mientras saliva al piano cumplimentando el modelo 390 de la declaración del IVA, no va a dejar de ser tonto nunca. En cambio, el que 'está' tonto, solo lo está un rato. Y el que es guapo sale bien, no sé, hasta delante de las cenizas de un incendio. Y va a ser guapo siempre, más allá de que otros tengamos días mejores o peores de guapura, que eso solo lo da el 'estar', como cuando tu abuela te recibía el domingo a la voz de «¡niño, hoy tienes el guapo subido». Solo hoy.
Fuera nostalgias. Yolanda Díaz quiere que Podemos sea una formación integrada en su partido-plataforma-tertulia, o lo que parezca Sumar. Que no 'sea', pero que 'esté'. Que figure como uno de esos patrocinadores cuyos logotipos aparecen en los 'photocall' de los eventos, pero sin dar la murga, sin mandar, sin manchar, sin enredar, sin que Yolanda, espejito, espejito, pierda su Yo. Que Podemos 'esté' para que quienes aún voten a los mártires de Galapagar se enamoren de Yolanda. Pero para todo lo demás, Yolanda ni quiere ni necesita a Podemos. Eso se sabe desde que maniobró para romper el 'pacto del rebujito' en la Feria de Abril y que Podemos se quedase con cara de 'gif' a pasar la resaca en la caseta. Visto el resultado, dio igual. Creyeron que de tanto salir en la tele, de tanto llamarla guapa, y bonita, bonita, bonita, a Yolanda y a su 'proceso de escucha' chulísimo les bastaba con 'estar' y no con 'ser', y que 'ser' era lo de menos, como lo de la Pantoja de paseo con Cachuli. «Dientes, dientes, que es lo que les jode».
Empieza a ser entretenido traducir a Yolanda. Cuando dice que en Sumar «deben estar todos los partidos porque son indispensables en democracia, y Podemos también», ese 'también' suena a retintín chungo: contigo no, bicho. Lo raro es que unos tipos tan sinceros como Monedero e Iglesias asientan tragando bilis, disimulando, y sin saltar con un sonoro corte de mangas. Aborrecen a Díaz tanto como ella aborrece a ese Podemos cancerígeno y atávico que ellos representan. Cuando Yolanda dice que Podemos «ha de estar, pero no ha de ser, debe estar, pero no tiene que ser ese movimiento ciudadano», no solo les desprecia. También desnuda su propio concepto de la pluralidad, la democracia interna y el servicio público. Su 'movimiento ciudadano transversal' es ella y punto, otro partido de maneras soviéticas, con su 'batalla cultural' de laca y mechas, que durará exactamente lo que Pedro Sánchez quiera que dure.
Reír, lo que se dice reír, es oírle susurrar, como convencida de veras, que su objetivo es «recuperar la confianza de la ciudadanía en el ser humano (sic), y exportarla a la política desde la humildad y la utilidad». Confianza, ciudadanía, ser humano, exportación, humildad y utilidad ¡en una sola frase! Meritorio, naíf, insultante. Ríndase: ella es 'top', sí. Pero a Iglesias se le entendía cuando decía lo que quería asaltar.
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