café con neurosis

Hitler, 1938-Putin, 2024

Nuestro Chamberlain del siglo XXI, Trump, dice que hay que llegar a un acuerdo, que consistirá en darle al invasor lo que pida. ¿Y después?

Generosos y carroñeros

Se llevan soberbios y autoritarios

Es bastante inquietante observar las semejanzas que existen entre las tensiones de Hitler con Europa, en los años previos a la II Guerra Mundial, y los acontecimientos que provoca Putin desde que, en 2014, se apoderó de Crimea, acontecimiento que se observó con la ... misma pasividad con la que Francia e Inglaterra contemplaron cómo Hitler se anexionaba Austria.

Hitler reclamó la zona de los Sudetes de Checoeslovaquia, alegando que allí había población alemana y, en septiembre de 2039, recibió el visto bueno de Francia, Inglaterra e Italia, representada por un amigo del nazi: Mussolini.

El primer ministro inglés, Chamberlain, se mostró satisfecho del acuerdo y dijo estas palabras que podría firmar el Donald Trump de hoy: «¡Qué horrible, fantástico e increíble es que tuviéramos que cavar trincheras y ponernos máscaras antigás a causa de una disputa en un país lejano, entre pueblos de los que no sabemos nada! Por mucho que simpaticemos con una pequeña nación que se enfrenta a un vecino grande y poderoso, bajo ninguna circunstancia podemos comprometernos a involucrar a todo el Imperio Británico en una guerra tan solo por su causa. Si tenemos que pelear, deberá ser por cuestiones de mucho más peso que esa». Donde dice «Imperio Británico» ponga usted «Estados Unidos», y parece que esta frase no se pronunció hace 85 años.

Ante el despego de la Unión Europea, tras engullirse Crimea, Putin comenzó a ordenar 'maniobras militares' en la frontera con Ucrania hasta que la invadió, un hecho bárbaro y que tiene cierto parecido con la invasión de Polonia por Hitler.

Menos mal que no teníamos a Chamberlain, y la Unión Europea y Estados Unidos se sintieron agredidos por la brutalidad de la invasión, y lo que parecía tan sencillo como lo de Crimea se ha transformado en un conflicto que comienza a asustar.

El cínico dictador de Rusia, el que avasalló a un pequeño país, se hace ahora la víctima, y el derecho que él se atribuye para bombardear Ucrania, se lo niega al enemigo, y amenaza con echar mano de armamento nuclear si, en lugar de defenderse, lo atacan.

Y entonces llega nuestro Chamberlain del siglo XXI, Donald Trump, y dice que hay que llegar a un acuerdo, acuerdo que consistirá en darle al invasor lo que pida. ¿Y después?

Después puede suceder lo mismo que con los Sudetes de 1939: que Putin, a continuación, invada el resto de Ucrania.

Y conviene recordar lo que le dijo Churchill a Chamberlain: «Habéis aplazado la guerra con deshonor, y tendréis el deshonor y la guerra».

¿Y España? España, bien. Ya hemos colocado a Teresa Ribera de comisaria en la UE, con un sueldo de 31.000 euros mensuales, somos el país de Europa que dedica menos dinero del PIB a armamento y Sevilla será sede del congreso del PSOE. ¿Qué puede salir mal?

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