tribuna abierta
FeliciDAR
La felicidad es el tema con mayúsculas de nuestra vida, y asoma poco en los titulares y en la prensa

La psiquiatra Marian Rojas es la emperatriz de los libros más vendidos, porque habla de oxitocina, pero, en el fondo, divulga sobre felicidad. Es la misma razón por la que 'El hombre en busca de sentido', de Viktor Frankl, es top ventas todavía hoy en ... Amazon y mucha gente ha optado por abrir sus páginas en esta cuesta de enero, donde vemos por el retrovisor la Navidad y no catamos ni siquiera destellitos de esperanza de las próximas vacaciones de Semana Santa.
La humanidad, siempre a la búsqueda de la sonrisa profunda que nos invite a pasear por esta vida con los ojos alegres, el alma vibrante y la ilusión intacta. Sin embargo, la vorágine de las agendas ávidas de eficacia y resultados asfixia nuestros afanes últimos, y trampeamos con placebos que nos quitan el hambre de verdadera estabilidad y nos dejan bailando el agua sobre una superficialidad que nada entre el egoísmo, la supervivencia, el estoicismo, la emotividad pueril, la vanidad insulsa, los 'likes' ansiosos, la falsa empatía y esta marea de suicidios (muchos maquillados) que deberían desatar todas las preguntas con mayúsculas y a todas horas.
Para Albano y Romina Power, la felicidad eran quince cosas entre estribillos que suenan, después, a la realidad de una poseía de pie quebrado y matrimonio roto. Para el mítico dúo, «es un viaje lejano mano con mano», «apagar estas luces y hacer las paces», «vivir el cariño como los niños» o «un trago de vino por el camino». Todos estos versos dodecasílabos tienen «el calor de verdad» de la felicidad, pero los seres humanos aspiramos a una 'felicitá' verdadera. Pienso yo.
La felicidad es el tema con mayúsculas de nuestra vida, y asoma poco en los titulares y en la prensa. Quizá una entrevista a un payaso, una declaración de una influencer, una frase de pareja adolescente en las páginas del corazón.
La felicidad es el motor y el imán más atractivo para cualquier persona, aunque desconozca ese resorte, y, sin embargo, los medios hablan de cuestiones de agenda muy secundarias, e incluso miran con recelo los textos supuestamente moralizantes, porque ellos solo informan de lo que no siempre forma parte de nuestras prioridades como sociedad. Que no digo yo que hagan una sección que huela a Paulo Coelho. Que no es eso.
Ando dándole vueltas a estas cosas que son las que de verdad me importan. Razones de fondo sobre un presente vertiginoso. Me he encontrado ideas sugerentes por mil sitios y memes azucarados que demuestran que la felicidad y la madurez deben tener una conexión en sus esencias.
He dado también con citas de psiquiatras, que están a pie de consulta, y que en sus ratos libres, distanciados del diván, destacan que «la persona feliz es aquella que no está obsesionada por su felicidad personal. Aunque no sea feliz todo el rato o haya momentos en los que no sea feliz. No le importa. Se preocupa mucho más de la felicidad de los otros». Lo dice Luis Gutiérrez Rojas quien también destaca: «¿Quién es el triste? Aquel que, al no encontrar la felicidad, se revuelca y se regodea en esa ausencia cayendo en el pesimismo: soy un desgraciado, qué mala suerte tengo, nadie me quiere, todo el mundo está en mi contra, siempre me siento solo, todo el mundo va a su bola… Si esa persona se preocupara por hacer felices a los demás en vez de quejarse, encontraría la felicidad».
Felicidad es amar. Felicidad es comprender. Felicidad es sentirse amados. La felicidad es ser libres. La felicidad no existe. La felicidad es una tortura. La felicidad es una división comercial de Walt Disney. La felicidad es Matrix.
La felicidad es lo que desea hasta el fondo ese ejecutivo bien pertrechado con el que mantienes una reunión, el portero de casa y la chica del metro. ¿La sintonía perfecta en el amor? ¿Un trabajo estable? ¿Un sueldo digno? ¿Salud? ¿Paz? ¿Una conciencia tranquila? ¿Éxito? ¿'Followers'? ¿La perfección? ¿La seguridad? ¿Un mundo sin humo? ¿Una chimenea en invierno? ¿Una vida sin problemas? ¿Hijos que no lloren? ¿Una coraza contra el sufrimiento? La felicidad no es Matrix.
La felicidad es más bien una Thermomix de ingredientes bien mezclados y en sus correctas proporciones. Eso dicen. Yo, que me dedico a la comunicación, cada vez veo más verdades en el latido de la sencillez. Hace unos días me invitaron a dar una masterclass para chicas jóvenes con los mejores expedientes académicos que andan cavilando qué estudiar, también para ser libres y, por ende, felices… Al finalizar aquella sesión me sentí agradecida y con una sensación de bienestar como hacía mucho tiempo que no experimentaba. La felicidad es darse. Dar. La 'feliciDAR' es un programa sencillamente revolucionario. Mientras cosecho el descubrimiento asequible con asombro interior, esta es mi medicina para la cuesta de enero.
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