LA BARBITÚRICA DE LA SEMANA
Doce uvas, doce bulos
Esta semana, en su sección 'Viva el Vino', Raúl del Pozo explicó a Carlos Alsina que la costumbre de tomarse las uvas en la madrileña Puerta del Sol es un invento de comienzos del siglo XX. Todo empezó en 1909, año de buena cosecha para ... los viticultores, quienes, ante tal excedente de fruta, decidieron regalarla a los ciudadanos para que las comieran en Nochevieja con el fin de atraer la fortuna.
Insistió Del Pozo –a quien desde esta columna hago llegar un abrazo mitológico y barbitúrico– en que el reloj de la Puerta del Sol, que todavía hoy congrega a miles de personas cada fin de año y hace de la balconada del kilómetro cero una competición de audiencias, ha visto pasar los motines y las más grandes peloteras de la historia de España, incluyendo el movimiento 15-M con su adanismo narcisista y su indignación de parvulario. No eran mamelucos, pero de ahí salieron Pablo Iglesias y su jardín de infancias. Luego llegó a Sol 'Nuestra Señora de Ayuso' y se animó el cotarro.
Cada Nochevieja empieza por los cuartos y acaba entre la tres de Creuheras y la uno de José Pablo López. Este año, la frecuencia pública incluye a David Broncano y la privada renueva a Cristina Pedroche, quien, a estas alturas, es capaz de vestirse de pluma de Ozempic, detalle que los partidarios de Lalachus, la comediante y compañera de campanadas de Broncano, asumirán como afrenta. Al final, la cosa va de criticar. Y si es con la boca llena, pues mucho mejor. Doce uvas, ¡tra-trá!
Cuidado con los atragantamientos, porque a más de uno se le puede volver a ocurrir lo de tomar las uvas en Moncloa o incluso en Ferraz, con todo y monigote en llamas. El calendario llega a su fin, con esa última hoja que habrá de caer el día 31. Más que un año, el 2024 ha sido una segunda temporada –incluso tercera o cuarta– de una serie que podría titularse 'Todo lo que te puede pasar si te casas con un populista', una reivindicación libérrima de la farsa como género escénico o ya directamente de la tragedia como forma de gobierno.
El sanchismo nos lo ha dado todo, sin remilgos ni tacañerías: nepotismo, corrupción, cursilería autoritaria, ministras de Hacienda que aplauden como criaturas de circo marino y hasta una teoría revisada de la comunicación y la propaganda. Todo eso lo ha hecho el PSOE de Sánchez con la ayuda inestimable de una oposición falta de luces e imaginación. ¡Estrellita para Génova!
Han sido doce meses trepidantes, un desafío a la inteligencia del ciudadano promedio y una invitación directa a lanzar como candidato a la presidencia a un árbol de Navidad en las próximas elecciones. Lo que antes era pasto de escándalo y preocupación, ahora se vende empaquetado como bulo. No sería nada extraño que, en lugar de un racimo de uvas, nos planten uno de bulos, a razón de una trola por campanada. Señoras y señores, pónganse cómodos: sólo cuestión de sentarse y tragar.