liberalidades
A favor de que enseñen las tetas
Mostrar los senos lo dice todo, hablar solo estrecha el infinito espacio de interpretación ofrecido
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Eva Amaral exhibe sus pechos en el Sonorama y uno solo puede aplaudir el gesto. Menos convence la necesidad de justificarlo. «Que nadie pueda arrebatarnos la dignidad de nuestra desnudez». Claro está, pero argumentar ya es problematizar. Nos preguntamos por los incluidos en el ... adjetivo posesivo.
Ese «nuestra», ¿a quién se refiere? ¿De quién es la dignidad que, por supuesto, nadie debe arrebatar? ¿De las cantantes que cita? ¿De todas las mujeres? Descarto que cuente con los hombres. Si Aznavour se hubiera quedado en pelotas en el Liceo con 90 años (y aún le quedaba carrera), público y organizadores lo hubieran tenido por víctima de una crisis de agotamiento, y alguien habría cerrado el telón para proteger la dignidad del maravilloso cantante. La dignidad no habría residido en su desnudez sino en ocultarla. Nos planteamos estas cosas, insisto, por el error de aderezar con palabras el acierto de quedarse con las tetas al aire. Mostrar los senos lo dice todo, hablar solo estrecha el infinito espacio de interpretación ofrecido. No son las tetas, es la ocasión. Domingas a la vista las hay en todas las playas de España, y no piensas en la Revolución, en Marianne ni en Delacroix. No proclaman nada. Bueno, salvo excepciones. En un escenario, las mamas destapadas electrizan la sala. Es Nuria Espert en Divinas Palabras, en los setenta, como Dios la trajo al mundo. Ahí está la fuerza. También estaba la provocación, aún gobernaba Arias Navarro. Pero las razones políticas son menos importantes que la manera en que el director y la actriz se acercaban a Valle-Inclán. Un desnudo, integral o parcial, puede 'mover los afectos', según la fórmula renacentista, en la obra de arte. Es un recurso tan poderoso, cuando está bien colocado en la sorpresa y la escenografía, en la música y el tiempo, que sitúa al espectador en lo inefable.
Inefable, mi admirada Eva. Si hubieras hecho lo mismo sin reivindicaciones, tu gesto no se habría empequeñecido, no se habría vulgarizado con la política, esa cosa secundaria de la realidad. Ni Yolanda y Echenique se habrían considerado parte en ninguna polémica. Las tetas, contra lo que se cree, no son polémicas. Las tetas son, de entrada, un calmante. Lo excitante sobreviene luego, y solo a veces; depende de formas, armonía y portadora. Calman por mor de mecanismos profundos, inconscientes y exclusivamente humanos. Lo profundo remite al lactante que se esconde en nuestros cerebros límbicos (donde «nuestros» incluye a toda la humanidad). 'Alma mater'. Lo puramente humano indica el camino erótico de una especie que, según el etólogo Desmond Morris en su celebre obra 'El mono desnudo', evolucionó ya erguida de modo que las hembras, de frente, sugirieran los glúteos, único elemento de excitación del macho mamífero no humano. Como estrictas glándulas mamarias apenas precisarían volumen. Morris ha sido discutido, pero poco.
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