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la tercera

Un 'carpe diem' sereno

«Es muy posible que la felicidad sea igual para cualquier ser humano. Si es así, los clásicos la intuyen mejor que los que están muy atados a su época«

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nieto

Juan Antonio González Iglesias

En el umbral del verano retorna el 'carpe diem'. Lo oímos al pasar junto a una terraza, mezclado con los brindis. Lo leemos tatuado en los cuerpos semidesnudos, impreso en las camisetas, encendido intermitentemente en los nombres de bares y discotecas. La publicidad lo multiplica ... en mil formatos. El más famoso fragmento de la literatura grecolatina se desprendió de un poema difícil para ser un eslógan fácil. Casi siempre anda fuera de los libros. Casi siempre lo pronuncian personas que ni saben latín ni mucho menos han leído a Horacio, el poeta que lo acuñó como una moneda única, más perdurable que todos los áureos de la Roma imperial, probablemente por ser más valiosa. Que el poeta que aborrecía a las multitudes circule anónimamente en la cultura de masas no deja de ser asombroso. Todos creemos entender el aviso, siquiera sea difusamente. Parece una incitación a que nos embriaguemos de variados placeres. Pero ¿esto es así?

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