POSTALES
Vista al centro
Desoyendo a Lincoln, Sánchez siempre quiere engañar a todos al mismo tiempo
La penúltima mentira (7/10/2023)
El bumerán de la investidura (3/10/2023)
No sé si en la atmósfera crispada que tenemos se habrán dado cuenta de un cambio sutil pero importante en la oratoria de Sánchez, tanto en el tono como en el contenido. Lejos quedan los insultos, sarcasmos y reproches hacia todo el que supusiera un ... obstáculo a su reinvestidura, con alguna invectiva a la extrema izquierda y secesionistas si se extralimitan. Predica la generosidad y si se afina el oído puede oirse el eco del elogio al liberalismo de Voltaire: «No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero estoy dispuesto a dar mi vida para que siga diciéndolo». Aunque fue más otra muestra de su cinismo pues donde más a gusto vivió fue en la corte de Prusia, que no era un oasis liberal con un «rey sargento» a la cabeza. Y conociendo a nuestro presidente entran muchas dudas sobre si su último volantazo conduce realmente al centro o es otra de sus añagazas para seguir durmiendo en La Moncloa, que es su objetivo.
Los mayores obstáculos le llegan ahora de los que eligió como compañeros de viaje, la extrema izquierda, que se ve reducida a un papel no ya de segundo orden, sino de tercero, que busca sólo conservar las poltronas ministeriales que hoy tiene, y los secesionistas divididos entre sí tanto en Cataluña, donde ERC y Junts luchan por el poder, como en el País Vasco, donde el PNV da muestras de nerviosismo ante el avance de Bildu, que ha ganado terreno. Con elecciones a la vista. Esta división entre sus aliados favorece a Sánchez ya que les debilita, pero al mismo tiempo complica su investidura pues los necesita a todos para retener La Moncloa o en nuevas elecciones, si las hubiere. De ahí que haya cambiado de estrategia y vuelva a su juego favorito de embarrar el escenario político, prometiendo a todos lo que le piden y buscando apoyos en la acera contraria. Lo malo es que todos le conocen y ninguno se fía de él. Puigdemont el que más, con quien comparte rasgos, desde las ansias de poder a no poder ejercerlo, el uno en Madrid, el otro en Waterloo, todo un símbolo.
Vienen estas reflexiones para resaltar la gran paradoja de la política de nuestros días. Los dos grandes partidos se encuentran atados por los pequeños, como Gulliver en el país de los enanos, y los pequeños no tienen fuerza suficiente para obtener lo que desean. Lo único que pueden hacer ellos es chantajearse y ponerse zancadillas entre sí. Es la penosa situación a la que han llegado todos ellos, empezando por el presidente del Gobierno. Quiso engañar a todos siempre al mismo tiempo, desoyendo a Lincoln. Y al único que ha engañado es a sí mismo. Cómo va a acabar esta farsa, nadie lo sabe. Pero el volantazo que el principal protagonista ha dado hacia el centro es más que significativo porque el centro no existe: se lo ha cargado él, un aventurero sin otra pasión que mantenerse en el poder a cualquier precio. La parte de culpa que nos corresponde a los españoles sólo podrá decirlo el futuro. No me extrañaría que, si tuviera tres meses más de plazo, ofreciese al PP repartirse la próxima legislatura, dos años cada uno, Aunque no lo hará por saber que el PP lo rechazaría. Veremos qué otra añagaza se inventa.
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