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Isabel II, Reina, madre, venerada

Nada es lo mismo que cuando se ciñó la corona hace 70 años

José María Carrascal

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Fue el Rey Faruk de Egipto quien dijo ante de ser depuesto: «Terminará no habiendo más que cinco reyes: el de Inglaterra y los cuatro de la baraja». Se equivocó ya que sigue habiendo reyes e incluso algún país, como el nuestro, los han recobrado. ... El dilema, por tanto, no es monarquía o república, sino de qué monarquía o república se trate, al haber excelencias y calamidades en ambos campos. Aunque, si nos fijamos, los países con más alto desarrollo, calidad de vida y justicia social son monarquías. Por algo será, digo yo. Entre ellos destaca Inglaterra (uso su viejo nombre al ser el de su parte más dinámica) que ha transformado en el Reino Unido, por esa tendencia tan humana de enmascarar nuestras debilidades, pues la grietas en ese reino son cada vez mayores. Acusa también ahora la zozobra, el desconcierto y el dolor causado por la muerte de su última reina. Como si se tratase de un drama de Shakespeare, cuando llegaron las primeras noticias del empeoramiento de Isabel II, el cielo se encapotó. Al quedar a media asta la bandera, señal del fallecimiento, el luto fueron los paraguas y las lágrimas. Con ella se despedía no sólo una reina, sino también una madre y no digo una santa porque pese a ser la cabeza de la Iglesia Anglicana, encaja mejor venerada, por su cercanía.

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