TRIBUNA ABIERTA
Gibraltar, la capitulación definitiva
Para este Gobierno, lo progresista debe de ser un acuerdo que blinde un régimen fiscal privilegiado
En el último pleno de la legislatura europea, Gibraltar apareció por sorpresa, por un acto delegado de la Comisión Europea que lo sacaba de la lista de territorios que representan una amenaza para el sistema financiero de la Unión, junto a Barbados, Panamá, Uganda y ... Emiratos Árabes Unidos. Posteriormente, el Parlamento Europeo lo anuló, por falta de certeza en cuanto a que Gibraltar no fuera un paraíso fiscal y un refugio de capitales de dudosa procedencia. Ahora, cuando está a punto de firmarse un acuerdo de la UE con Reino Unido sobre Gibraltar del que desconocemos todo, conviene recordar algunas cosas.
Comenzaré de 'cuore': Gibraltar es un territorio cuyo futuro debe ser decidido, según la ONU, por el Reino Unido y España aplicando el principio de integridad territorial y no el de autodeterminación; respetando, eso sí, los intereses de la población gibraltareña. Londres nunca ha estado dispuesto a cumplir este mandato. El Brexit nos dio una oportunidad de oro: las leyes europeas le eran exclusivamente aplicables a la colonia en tanto que sus relaciones exteriores eran responsabilidad de un país miembro, el Reino Unido, hasta su partida de la Unión. Con el Brexit, también salió Gibraltar, y el único país que, según la ley internacional, podía hacerse cargo de esas relaciones era España.
En mi época de Exteriores planteé una solución vertebrada en: cosoberanía en asuntos exteriores, defensa e inmigración y autogobierno en el resto de las materias; doble nacionalidad británica y española para los gibraltareños; y, sobre todo, el establecimiento de una zona económica especial integrada por el Peñón, el Campo de Gibraltar, Ceuta y Melilla. La soberanía compartida es una solución 'win win': Gibraltar queda dentro de la UE, desaparece la verja y se solventa el problema del bloqueo por las regulaciones comunitarias, al tiempo que los gibraltareños podrían gozar de un alto grado de autonomía sin menoscabo del Campo de Gibraltar, que sería objeto de desarrollo económico. Propuse también una 'hongkonización' que permitiera procesar y dar salida a buena parte de las importaciones y exportaciones con origen o destino en Asia-Pacífico, y acordar con Estados Unidos una gran base militar mediterránea uniendo las de Gibraltar y Rota.
Cayó en saco roto. Para el ministro Albares, hablar de soberanía es un anacronismo sin sentido. Por lo visto, lo moderno es mantener una colonia en territorio español. Me lo advirtió Rubalcaba: «A los míos lo de la soberanía no les pone cachondos», aunque a él le gustara la propuesta de establecer una zona económica especial que incluyese al Campo de Gibraltar. Para este Gobierno, lo progresista debe de ser un acuerdo que blinde un régimen fiscal privilegiado en el que no hay impuesto sobre el valor añadido, ni sobre el alcohol, el tabaco o los derivados del petróleo y, lo que es más importante, que no grava los beneficios que las sociedades domiciliadas en Gibraltar obtienen fuera del Peñón. Difiero, porque mientras subsista el régimen fiscal cualquiera aconsejaría establecerse en el Peñón y no en el Campo de Gibraltar, porque en la Roca no pagan impuestos.
Así, Gibraltar seguirá desarrollando su modelo económico sobre tres inquebrantables pilares: el contrabando, el juego 'on line' y la fiscalidad paradisiaca; unas condiciones excepcionales que han provocado que en Gibraltar haya más sociedades mercantiles que habitantes, monos incluidos. Por eso Gibraltar es una de las zonas más ricas del mundo, con una renta per cápita de 94.166 euros, en 2023, tres veces por encima de la de España y casi diez de la de La Línea de la Concepción.
Me comenta un corresponsal en Bruselas que el ministro principal de Gibraltar salió sonriente de la última reunión. Con razón. Consigue todo lo que llevaba en cartera y, además, para siempre, porque el acuerdo sobre Gibraltar lo firman solo el Reino Unido y la UE, por lo que España no podrá denunciarlo en solitario si se demostrara lesivo a nuestros intereses. ¡Bingo!
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