la suerte contraria
Típico, antijurídico y culpable
Aún hay quien sigue pensando que todo esto va de braguetas y no de poder
Decadencia
El relato ya está escrito
Como un ciclista que ve la meta e intuye debilidad en su compañero de fuga, Podemos se dispone a lanzar el ataque definitivo contra Sumar en el momento clave de la legislatura. Iglesias es un depredador, ha olido sangre y sabe que no habrá ... mejor oportunidad ni un entorno más adecuado para cambiar el ritmo y salir del letargo. Así que lo hace, pone los músculos en tensión, abre las fauces y lanza un ataque rústico y deslavazado para el que ni siquiera ve necesario camuflarse. Lo hace a pecho descubierto. Tanto que esa misma noche está a punto de reivindicar la autoría públicamente e irse al banderín de córner a celebrar el gol. En cualquier caso, cuando finalmente ve a la presa y salta a por ella, se encuentra con la ayuda de un aliado inesperado que no es otro que la derecha de este país, tan previsible, limitada y poco sofisticada como siempre, que aún sigue pensando que todo esto va de braguetas y no de poder. Y esa derecha, en lugar de intuir la jugada, callar prudentemente y dejarles que se maten entre ellos, decide coger el piolet de las manos de Iglesias y linchar personalmente a Errejón para que Podemos logre lo que pretende sin ni tan siquiera mancharse las manos.
Pero es peor ver cómo ahora se acepta sin más la aberración del 'sólo sí es sí'. Si el hombre nos cae mal, parece que ya es suficiente el testimonio de una mujer para condenarlo socialmente. Yo tenía entendido que eso no nos parecía correcto, pero me equivocaba: solo depende de quién sea el hombre. Por lo demás, si todo se reduce al relato que he leído, no hay por dónde cogerlo, auguro poco recorrido al tema y el ridículo podría ser generalizado. En cualquier caso, tendrá que ser un juez y no 'el pueblo' quien administre justicia, quien recabe pruebas, testimonios y quien, en un juicio con todas las garantías, acabe por dirimir si el acusado ha incurrido o no en un tipo penal. 'Típico, antijurídico y culpable'. Ya sé que puede parecer el nombre de la biografía de Ábalos, pero es tan solo la definición de delito. Y entre una conducta inapropiada y un delito hay un trecho; entre ser un baboso y ser un delincuente hay un trecho: y entre ser un gilipollas y ser un agresor sexual, también. Esto es lo que llevamos manteniendo desde el principio. Sorprende que ahora cambiemos de parecer y no solo ayudemos a Podemos en su relato, sino que lo hagamos, además, comprando sus posiciones.
España es un tejado a dos aguas que te obliga a tomar partido. Pero cuando no sabes lo que ha sucedido, la única postura aceptable es callar, esperar y confiar en la justicia. Y mientras resuelve seguir criticando a Errejón por su nefasta labor política –entre la que destaca la ley del 'sólo sí es sí'– y no por lo que dice una señora en Twitter. Sobre todo, porque, al contrario que él, yo no pertenezco a una tradición política repugnante sin seguridad jurídica ni garantías procesales. O, dicho de otro modo: hazte 'liberalio', Iñigo. Que los tuyos –todos los iliberales son el mismo– ya te habrían lapidado.
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