LA SUERTE CONTRARIA
El peor gobierno de la historia
A fuerza de contaminar el concepto lo han llevado a tal grado de degradación y de desprestigio que ya hay una generación entera que reniega del feminismo
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Uno de los grandes fracasos de la derecha ha sido permitir que la izquierda se apropie del concepto de feminismo e incluso combatirlo. ¿A alguien le puede parecer mal que el Estado dedique esfuerzos a garantizar la igualdad de aquellas mujeres que aún lo ... necesiten? Y, en todo caso, ¿acaso hay algo más cercano al feminismo que el capitalismo y la independencia económica que conlleva el trabajo remunerado fuera del hogar? ¿Cómo se puede no entender que la igualdad de la mujer es consecuencia directa de la libertad económica que abandera o debe abanderar la derecha? Y digo 'debe' porque escuchando a algunos embestir contra el capitalismo, el IBEX y las 'élites', solo les falta el puño en alto para parecer la rama tridentina del 'podemismo'.
Voy más allá: ¿Por qué hay parte de la derecha que cree que 'dar la batalla cultural' es oponerse al feminismo, en lugar de apropiarse de él? Lo inteligente es abrazar el feminismo y reivindicarlo como lo que es: una rama la libertad. Una rama más de la derecha. Pero, por supuesto, aclarando que feminismo no tiene nada que ver con hacer pensar a las niñas que son víctimas por haber nacido mujeres o con hablarles como a seres inferiores que necesitan cuidados especiales y protecciones 'in natura'. Feminismo es otra cosa. Y se puede proponer otra ley de violencia de género que, sin negar la evidencia del maltrato, defienda el precepto constitucional de igualdad entre hombres y mujeres. Pero la vía no puede ser la de negar la realidad ni cuestionar el hecho de que las violaciones, por ejemplo, son delitos cometidos por varones contra mujeres y no al revés.
No se trata de asentir y tragar sino de lo contrario, de quitarse los complejos y entender que los valores que se agrupan bajo el manto del 'progreso' no son logros de la izquierda sino de todos y que, en lugar de oponerse a ellos –oponerse al progreso–, deben reivindicarse como propios. No es la izquierda sino la democracia la que nos ha traído los avances, la paz y la mayor época de prosperidad de nuestra historia. Esa obra es coral y es la única trinchera que le debe interesar a la derecha, más en este momento en el que la izquierda ha conseguido lo que parecía imposible: aparecer como los enemigos de la mujer y los destructores del feminismo. A fuerza de contaminar el concepto lo han llevado a tal grado de degradación y de desprestigio que ya hay una generación entera que reniega del feminismo como vía para renunciar a las locuras que en su nombre han hecho. Y esto se extiende a otros ámbitos. Sánchez ha destrozado todas las causas que ha querido abrazar. Y, por ósmosis, la izquierda no se ve como la solución para resolver las causas que tradicionalmente ha defendido sino como el problema.
Si lo que obsesiona a Sánchez es cómo va a pasar a la historia, no debe preocuparse demasiado. Por cosas como esta se le recordará como el peor presidente de la democracia. Y si Feijóo es listo está obligado a ocupar el espacio que le regalan. Que empiece por el feminismo.
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