la suerte contraria
Padre
La sociedad en su conjunto ha ganado la batalla de la custodia compartida a la izquierda y a su oscuridad cerril y perversa
Usted puede ser Torquemada
11-M
Uno de los mayores fracasos históricos de la izquierda –y ya es decir–, ha sido su postura radicalmente contraria a la custodia compartida, es decir, a la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, al progreso social, a la lógica más elemental y, lo que es ... más preocupante, al supremo interés del menor, sistemáticamente maltratado tras colocarse su bienestar siempre por detrás del de la madre. Y del de la abogada de la madre. Y del de todo un sistema fraudulento y corrupto al servicio de intereses que nada tienen que ver con la igualdad o la protección a los menores sino con cosas mucho más oscuras. Como, por ejemplo, la ideología, esa ideología cavernícola que, en nombre de la supuesta igualdad, manda a las mujeres a criar niños y a los padres les exime por el mero hecho de tener pene.
Y la pasta, claro. Porque les recuerdo que cuando ustedes marcan en su declaración de la renta la casilla de fines sociales no solo están destinando recursos a los sintecho, a la construcción de pozos de agua potable en Honduras o a enseñar a leer a las niñas de Mali sino también a financiar a asociaciones de abogadas supuestamente feministas –no lo son– contrarias a la custodia compartida y cuyo único objetivo es privar a los niños de su padre, poniendo en grave riesgo su correcto desarrollo psíquico y afectivo. Y solo por odio.
Cuando yo comencé mi custodia compartida, hace ya casi doce años, estas suponían el 15 por ciento del total. Y casi ninguna ganada en un proceso contencioso. O, dicho de otro modo, por entonces, solo había custodia compartida si le daba la gana a la madre, que actuaba como propietaria de los hijos y que accedía o no a compartir la crianza con el padre sobre la muy científica base de su santa apetencia. Bien, hoy las custodias compartidas suponen una cifra cercana al 50%. Es decir, la sociedad en su conjunto ha ganado esta batalla a la izquierda y a su oscuridad cerril y perversa. Y todo gracias a los millones de padres que no se han dejado amedrentar y que han luchado por los derechos de sus hijos contra viento y marea en procesos legales devastadores, escuchando cómo se les llamaba maltratadores, cómo se daba a entender que su objetivo era no pagar pensión y que eso de la custodia compartida era una herramienta del heteropatriarcado para perpetuar la dominación sobre la mujer tras el divorcio. Y tonterías así.
Pero también hay que dar las gracias a un sistema judicial que ha ido por delante del regulador y que progresivamente ha ido abriéndose al incuestionable hecho de que el padre que quiere seguir ejerciendo una crianza responsable debe poder hacerlo. Porque es lo mejor para el menor. Diga lo que diga el PSOE, Podemos y sus satélites.
Yo soy un padre. No soy un visitador médico, un monitor de ocio y tiempo libre ni un cajero automático. Mañana es mi día y lo celebraré con mi hija como tantos millones de divorciados que ven cómo la sociedad ha ganado la batalla al falso feminismo. Y yo me felicito. Como Bolaños, vaya. Pero, en mi caso, con motivo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete