Hazte premium Hazte premium

la suerte contraria

Kurtz, Kilgore y Wallard

Lo malo de las guerras es que son adictivas. También las culturales

José F. Peláez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Me caigo de la cama y, como cada mañana, espero a que lleguen los acordes de 'The End' a la actualidad. Y lo hacen torpemente. Desde algún lugar asfixiante acaban en mi cocina, donde un café frío me atraviesa como una espada. Cada día lo ... soporto menos, pero cada día lo necesito más. El café me tranquiliza tanto como me repugna. Y el de ayer, más. De hecho, el café y el periódico de ayer son las peores cosas que hay, deberían extinguirse incluso como conceptos. Pero, mientras no lo hagan, siempre a mi lado. Así que me siento con ambos y noto cómo va llegando a mi mesa esa guitarra obsesiva con la que 'The Doors' abren 'Apocalypse Now'. Y comienzo a sentir el calor pegajoso y agobiante de Vietnam. No tarda en llegar la caja destemplada de Densmore, que muta en pandereta y más tarde en 'ride', posiblemente un Paiste 602. Y me meto de lleno en la escena bélica de cada día. Enciendo la radio, hojeo la prensa, abro Twitter y escucho cada vez más cerca las aspas del ventilador de Willard convirtiéndose en los helicópteros de la guerra. Veo cómo gente normal se vuelve sicaria y noto cómo se van radicalizado delante de mis narices.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación