LA SUERTE CONTRARIA
La increíble fe de la derecha en Sánchez
Nadie lo considera con un poder tan sobrehumano como ellos
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Una vez se conoce a la derecha resulta complicado sentirse parte de ella. Por suerte, con la izquierda no es difícil sino directamente imposible. De la derecha puedes recelar con carita de estupor, pero de la izquierda hay que huir con cara de agobio, como ... Cary Grant en 'Con la muerte en los talones', solo que cambiando la avioneta por una rueda de prensa de Patxi López.
Y en esas estamos. Mucho nos reímos del cóctel de gambas de la izquierda, pero, cuando en la derecha miras alrededor te encuentras en un bando con un anarcocapitalista, un falangista, un carlista, uno que cree que la 'ley natural' y la tradición están por encima de la democracia, un pro Putin, uno que aboga por la teocracia, uno que cita a Carl Schmitt como si fuera Jesucristo y otro que cita a Jesucristo como si fuera Carl Schmitt. Hasta he leído a un 'pro-vida' pidiendo que fusilen a los terroristas, como si el quinto mandamiento viniera con anexo. La derecha es el camarote de los hermanos anti-Marx.
Resulta curioso –no obstante– observar la fe ciega de esa derecha en Sánchez. Porque nadie cree tanto en Sánchez como la derecha, nadie tiene una confianza tan intensa en sus posibilidades y nadie lo considera con un poder tan sobrehumano como ellos, que en lugar de verlo como un ala pívot con cuatro faltas personales lo ven como El Cid de Tetuán, que ganará su última batalla después de muerto. Yo no estoy seguro de que Sánchez esté muerto. Pero está tocado, acaba de perder las elecciones, ha visto cómo todo el poder municipal, provincial, autonómico, así como el Senado, están en manos de Feijóo, mientras él depende de Puigdemont para siquiera soñar con la posibilidad de un gobierno-trampa que nacería muerto y que lo dejaría en manos de un tarado con flequillo que lo va a mandar a la lona en cuanto le convenga. Planazo.
Y, ante esto, la derecha sigue relajada y pensando que el acuerdo depende de Sánchez y de su poder omnímodo. No se han enterado aún de que aquí manda Puigdemont y que no quiere volver a España, apartado como un jarrón chino. Solo en el 'exilio' puede seguir siendo 'alguien' y no va a presentarse a unas autonómicas, no solo porque piensa que Cataluña ya es independiente –lo declaró él– sino porque las va a perder. Y adiós relato. Además, si doblega a Sánchez se come a ERC, que es lo que quiere. Lo que esté dispuesto a dar Pedro da igual: está negociando con alguien que no quiere acuerdo. Pero Ferraz filtra que «está hecho», la derecha incomprensiblemente se lo cree y en lugar de correr buscando el fallo como el buen delantero e ir preparando con ventaja unas posibles elecciones, estiman que es el momento de pensar en el papel de Gamarra. Mientras, Sánchez dedica los sábados a dar mítines en las provincias donde más votos puede recuperar en unas elecciones cuya fecha impuso a Armengol. Cuando se conoce a la derecha es difícil sentirse parte de ella. Pero cuando observas a sus líderes, resulta incomprensible entender que sus rivales se sigan refiriendo a ellos como 'la elite'.