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la suerte contraria

Dabiz

El precio de ser un lobo es la soledad. El precio de ser oveja es el aburrimiento. Elige con cuidado

Afortunado en amores

Segundo premio

José F. Peláez

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Hay algo en Dabiz Muñoz que me inquieta. Yo no he comido nunca en Diverxo, Streetxo, Ravioxo ni en ninguna de todas esas marcas con estética de callejón asiático y final en 'xo', por lo que no puedo decir si su comida me gusta ... o no. Sin embargo, tengo la certeza de que un tipo con tres estrellas Michelin, integrante de la parte alta de los mejores restaurantes del planeta y mejor chef del mundo durante tres años, ha de ser bueno. Ni siquiera eso: ha de ser excelente, prodigioso, un genio de lo suyo. Y, como tal, le valoro, le respeto y le admiro. Yo sé que esto es raro, lo que se lleva es denostar al ganador, escribir odas al fracaso y desprestigiar a cualquiera que destaque un poquito y ose levantar la cabeza de entre tanta mediocridad. Porque resulta que solo hay algo más soberbio que un ganador y es un perdedor, uno de esos resentidos que aseguran que quien está arriba rara vez lo merece y que quien realmente lo merece rara vez estará arriba. Pasa mucho en el mundo de los creadores: todos conocemos a 'genios' convencidos de que no llegaron porque no tenían contactos. Hay algo muy humano –y muy español– en admirar al perdedor, en asegurar que el bueno no era Lennon ni McCartney sino Harrison y que el mejor jugador no era Vinicius ni Bellingham, sino Rodri.

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