LA HUELLA SONORA
Baila, Aitana
Estar obligada a vivir como si fueras Espinete cuando eres una estrella no solo es absurdo sino, sobre todo, inmoral, una estafa, un engaño. No se puede mantener artificialmente con vida a un personaje insostenible
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Aitana mueve la pelvis y España se tambalea. Hay una cantante que baila, hay una artista que se contonea, hay una mujer joven y sexy que mueve el trasero y las beatillas se santiguan escandalizadas, tapan los ojos a sus hijas, musitan letanías y ... jaculatorias –del latín 'iaculatorius', como 'eyaculación'– y se rasgan las vestiduras como si viviéramos en una España censora, tercermundista y oscura que creíamos muerta, pero que resulta que está viva. Hay que defenderse. Entiéndanme bien, que a mí todo esto me tiene sin cuidado, solo soy uno de esos padres que llevan a su hija al concierto con ojeras como nazarenos y que se pierden en colas virtuales para comprar entradas de 'front stage' a plazos y con multi avalista. Pero, aún así, hay que defenderse. De las beatillas podemitas, esas que intentaron machacar a Chanel en su momento, por no sé qué del feminismo y también de su espejo, las beatillas de enfrente, las que tachan de pornografía un espectáculo pop, pero luego llaman satánico al Papa.
Pero fundamentalmente hay que defenderse de ellas por que son muy pesadas. Y eso, según Michi Panero, es lo único que no se puede ser el mundo. Hemos de defendernos todos, también Aitana, cuya trayectoria estaba clara y es, además, lógica: no se puede vivir solo de un público infantil y adolescente cuando eres una chica de veinticuatro años y haces cosas de chicas de veinticuatro años, cosas que no vamos a explicar aquí y ahora porque no quiero que se vayan a por las sales y, sobre todo, porque ya se las suponen: son las mismas que hacían ellas.
Estar obligada a vivir como si fueras Espinete cuando eres una estrella no solo es absurdo sino, sobre todo, inmoral, una estafa, un engaño. No se puede mantener artificialmente con vida a un personaje insostenible. Una artista de veinticuatro años no tiene nueve ni doce ni cuarenta y cinco. A su edad mi madre tenía dos hijas. E igual que vimos mutar en Miley Cirus a Hannah Montana y en Pepa Flores a Marisol, pronto veremos mutar a una chica del Baix Llobregat en una superestrella internacional. Y las que hoy pitan, aplaudirán; y las que hoy critican, la ensalzarán y las que ponen dos rombos a la realidad se disfrazaran de Aitana cuando nadie las vea.
Hay que reivindicar la libertad creativa cada mañana y decir lo que quieras decir, aunque no les guste
Pero qué más da todo eso. Qué más da que Aitana pueda ser una estrella adulta, a quién le importa el futuro de una chica española si lo importante son las señoras indignadas por sus movimientos obscenos, no vaya la niña a traumatizarse o a contaminar su infancia con impurezas.
Defráudalas Aitana, hazte insoportable a sus ojos, moléstalas con tu baile hasta que ellas mismas empiecen a mover el trasero al ritmo que les marques. Se libre, haz lo que te de la gana, no te conviertas en su esclava. Ni de las pseudo feministas monjiles ni de las monjiles antifeministas. Ni de las meapilas de un lado ni de las meapilas de enfrente. Todas tienen algo en común: el secuestro de la mujer y su utilización para sus intereses. Aunque, en realidad, todos los meapilas del mundo son el mismo, su sonrisa cóncava, su cara como 'El grito' de Munch, su odio a la alegría como de constructivista ruso.
Hay que reivindicar la libertad creativa cada mañana y decir lo que quieras decir, aunque no les guste. Y cuando esgriman sus razones para mantenerte estabulada y haciendo coreografías de 'Cantajuegos' para entretener a las niñas, responder como aconsejaba Unamuno, «con insultos, con pedradas, con gritos de pasión, con botes de lanza. No hay que razonar con ellos. Si tratas de razonar frente a sus razones estás perdido».
No sé si eres Julie Andrews, María Ostiz o Madonna. No sé si llegarás a ser Beyoncé, Nina Simone o Estíbaliz, la de Mocedades. Lo importante es que, decidas lo que decidas, no trates nunca de explicárselo. Porque no te van a comprender y, además, es mejor que no lo hagan. Tú baila, Aitana. Y lo demás es selva.
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