Frentes

Es cierto que el bando sublevado hizo también lo suyo por dicho desenlace, pero le habría sido mucho más difícil o acaso no lo habría logrado sin la trifulca doméstica de la peña socialcomunista, que en teoría no afectaba a otras fuerzas del espectro político republicano, pero que lo acabó implicando en su totalidad. En mayo de 1937 las cárceles de Barcelona se llenaron de anarquistas y trosquistas que se habían puesto a hacer la revolución por su cuenta. Casi dos años después, cuando el Ejército de Franco entró en Madrid, se encontró con todos los comunistas de la ciudad en chirona: un bonito detalle del Consejo Nacional de Defensa con el enemigo.

Si, con más de ochenta y tres años de retraso, tratas de ganar pacíficamente la guerra civil que perdió en su día tu partido, tendrás que pensártelo mucho para no repetir los errores de los derrotados de entonces. No digo de tus yayos o bisas, porque seguramente uno de ellos luchó en el bando nacional. O los dos. Pero, si insistes en no modificar la estrategia, qué menos que tengas claro de qué va un frente popular.

Verás: un frente popular es lo contrario de un frente de clase. Un frente de clase es una alianza de los trabajadores contra la burguesía en su conjunto. Un frente popular es una alianza de las clases trabajadoras democráticas con la burguesía democrática contra el fascismo (alianza a su vez de las clases trabajadoras fascistas con la burguesía fascista). Un frente popular serio no querría acabar con los ricos (por lo menos, no para abrir boca). Un frente popular serio no hablaría de «clases medias trabajadoras» oponiéndolas a otras clases medias que vivirían de vampirizar a los mancebos de farmacia y empleadas de hostelería. Si no ves la diferencia, te expones a que la gente que tanto quieres y tanto extrañas acabe pidiendo otro Casado (otro don Segismundo Casado, quiero decir).