la pisabién
Tangos y tanguillos
Sopla la sudestada del mar al Río. Al Río de la Plata...
Madrid, sensaciones...
De toros, por variar
'Apoyao' en el quicio de calle Ferraz, miraba encenderse la noche de mayo. Me acordé, entonces, del viejo bandoneón. Me acordé de Buenos Aires, de Milei, de lo volátil, flaco, que es todo, che. Recordé, ahora que Puente es un freno a los ... trenes y las vías, y el 'liberal' argentino de las patillas se las pone a Sánchez como se las ponían a Fernando VII, de aquella chaqueta de Adriana Lastra; aquella chaqueta que por tener tenía entidad jurídica propia.
Escucho la copla plañidera del sanchismo, su habilidad diplomática para enfadar al orbe, y son tangos los que me vienen a la cabeza. De Piazzolla, Gardel, de 'Polaco' Goyeneche, de Pichuco; todo problemático y febril. Entonces pienso en qué momento se jodió el Perú, la hermandad con Argentina. En cuándo entramos en el Grupo de Puebla, ese G-7 de la chompa gracias al impagable Zapatero. Noble potrillo de oscuras causas.
Tango y copla, grabaciones de pizarra antigua como antiguos son los que ya no pueden frenar esta larga marcha a la disolución, externa e interna, de España. 'Isidoro' y Guerra ya son antisistema y carne de entretenimiento televisivo. Y Lambán, Page, esa cuota de disidencia que siempre marca paquete del líder por contraste en la sierra de la Culebra o en donde le pille al 'armado' líder. Dadle un Milei o un Felipe González, y Sánchez se comerá el mundo con carita de Dolorosa mientras la calle le dice 'nasti' en domingos alternos. Cogerá el tiempo electoral a su antojo, silenciará a un cronista por intermediadores de confianza, una cabra se despeñará por un torreón de Celtiberia, y aquí las inversiones palestinas son las que nos salvarán las cuentas. Europa nos mira, se ríe por no llorar. Y llorando estamos.
Hay que ponerle una banda sonora a este tiempo, a estas previas a las europeas. Ni el rock facilón de Milei, ni el aporreo de Puente. Quizás algo de Cafrune, 'Zamba de mi esperanza'. La guitarra del mesón no suena. No hay cuerdas ni parné. Sopla la sudestada del mar al Río: al Río de la Plata. No es el dicho de Yolanda Díaz, no. Pero tiene más razón que un santo.
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