LAPISABIÉN
Suaves noches
Sólo sé que ya ni junio me consuela
Las tertulias del Varela (y las croquetas) (08/06/2023)
Una nostalgia, más, del templo (07/ 06/2023)
Quiero volver a Lisboa a quitarme una hora o una vida entera. Volver a la ingravidez del tiempo ahora que junio se ha disfrazado de noviembre infundiendo las sospechas del romance lorquiano.
Junio, antaño, venía adobado del olor de los jazmines del parterre de ... la casa de la madre de este alcalde longevo de la capital del sur. Y de las suaves noches que cantó Gil de Biedma. Eran suaves las noches y se abría una promesa de veraneo barato en Torremolinos. En aquellas noches de junio no había navajas cachicuernas en el taxi de la izquierda, ni siquiera salía el espantajo del antisemitismo. Ya no queda nada de aquellos junios y sus noches. Ya todo son campos de soledad, oh Fabio, por donde galopan robos, muertos, tormentazos y sospechas. Quién sabe qué opina Sánchez de las noches suaves, si en Moncloa las ventanas se cierran en previsión de abucheos y 'chapotes' de esa gente que quiere pan y claridad.
La muerte política de Irene Montero la viví en directo y en junio. Todo se paró, como si en la interfecta residieran los designios de España. Pero qué más dará Irene, carita de 'emperaora', si ella nos contaminó por su persistencia un 8-M de un virus que es el de prohibirnos pensar entre toses de sangre. Por eso quiero volver a Lisboa a quitarme una hora y un año, este mismo año que nos ha frito desde el Pirineo a Melilla. Sólo sé que ya ni junio me consuela, que no habrá una hoguera que saltar en aquellas madrugadas de más o menos el solsticio. Ya no quedan playas, ya no quedan islas, escribió un fatalista mediterráneo.
Nos han robado un verano en las vísperas y no será lo más gordo que nos afanen. A Irene Montero la encerrarán en una Tordesillas moral, ungida y untada por sus grandes servicios a España en pos de la igualdad y los eunucos.
Junio pasará con sus noches, buenas noches, y en agosto sonarán alarmas antifascistas, se movilizarán los orcos en Vic y alrededores. Más tarde, con el cambio soso o sin él, se recordará siempre aquel junio con rebecas y un cielo bajo.
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