El niño nimeño

El sur también existe, que escribiría el otro. Francia tiene sus agarraderas y con la contestación del Senado demuestra que ellos debieran ser nuestro espejo. No Maduro ni esa juventud pastueña que 'vive de vivir' de las rentas del 15M y de los progenitores, biológicos, putativos, del FRAP o no.

Cuando se cruza la frontera, y servidor lo ha hecho a pie y en bicicleta, se ve mejor cómo están dejando a España. Tan canina de valores que uno siente la pulsión del exilio, momentánea y más sentimental que otra cosa. Ya preguntó la madre de Antonio Machado, en un delirio lúcido, que si habían llegado a Sevilla, aunque era Collioure o alrededores. Ay el sol de la infancia...

Los toros son un patrimonio de la Francia libre, la resistencia, la teta que pintó Delacroix guiando al pueblo, el admirose un portugués de la libertad para la propia infancia, que es ese jardín que se cruza de mayor. No hay mayor lección a un infante que aprender lo que es la existencia en la carne de nazareno y oro al compás de la franela. Callen los pedagogos y hablen los tendidos, que siempre será más instructivo revisitar a 'Juncal' que cualquier cosa que saquen Los Javis o 'Dora, la exploradora'. Ese niño no tendrá paraíso perdido, ni será propiedad del Estado, estimada y muy piadosa Isabel Celaá. Arte y gloria, 'citoyens'.