LAPISABIéN
El estanque
No se me mueren las folclóricas los domingos, que lo hacen en martes, ellas o los amoríos pasados y cobrados, y así los domingos me encuentran soñoliento, mirando un estanque que no es estanque, más bien piscina vacía de un parque acuático. A la mañana, ... se ve desde el balcón de mi hermana una pileta colonizada por algas verdes, verdes como el ahora 'seny' que lleva el independentismo que sí, que va volviendo al verde que te quiero verde: verde del mismo billetaje que los tratantes de ganado guardaban en la entrepierna y, que ellos, los príncipes del inicio de todo octubre catalán, curaban en altura en su covacha de Andorra, sellada con un gargajo en la mano de Pujol hacia el banquero.
El agua estancada y verde, poco filósofa, siempre me recordará a Pedro Sánchez saliendo de un estanque en un enero que era octubre en Dos Hermanas y diciendo que sí, aun con la boca pequeña. Y antes a Julián Muñoz que, tras tantos caballos marbelleros alazanos, escuchó el relincho confeso de que a los camareros que no tienen 'baraka' en la política, como él, todo se deshace en dos llamadas, un grillete, y no hay manual de resistencia que valga cuando los pantalones se cuelgan tiesos por el sobaco. Va octubre trayendo soplos fríos y alguien llora porque a Julián Muñoz le privaron de una canción rociera, con lo que cabalgó y le cabalgaron a un hombre de su tiempo. Bien pueden llorarle el Mocito Feliz o Jorge Javier Vázquez, que perdió la vergüenza y fue para Pulitzer hozando en los contenedores de Cantora.
Las folclóricas no se me mueren los domingos. Ni las guerras de nuestros antepasados acaban en viernes. Por no morir en la larga agonía, Julián Muñoz se nos ha ido en septiembre tal que un Martínez Montañes cadavérico. El destino se las ha cobrado muy caras al buen ladrón que tuvo la deferencia de morirse en vídeos; otros, vivirse en libros de encargo.
Siempre hubo clases. Veo el estanque verde que no es estanque, la España que no es España. La Pantoja sí es la Pantoja, escribió Carlos Hidalgo. Le gusta más el oro que la grana en los capotes.
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