LAPISABIéN
David, tres años
Doloroso que su leyenda crezca sin él
Tres años. Más lo que se llevó el viento. Más las metáforas no salidas y el genio que perdió está España más despechada que despezonada. O quizás ambas cosas a la vez según se ve en los carnavales del partido morado.
Hay veces, cuando más ... enfría el invierno, que tomo a Gistau contra una cura contra la mediocridad, la del pensamiento pastueño que nos ha traído a donde nos ha traído. Sabemos que en España hay gente y sitios que huelen a linimento, 'frames' de 'Los Soprano', y ese ser cosmopolita desde un estadio castizón. Con todo, traté poco con David, pero lo traté, hay una fotografía, y eso queda como un verdadero dardo en lo más hondo que da sentido a todo. Luego, claro, el libro de David Lema donde fluye un universo, porteño, madrileño, tierno donde ya se adivinaban las trapacerías del hoy.
Murió Gistau y, poco después, entramos ya en la distopía, en la locura de los muertos sin contar y una caja de mascarillas bajando del avión como si fuera Evita Perón. Con pífanos, creo, y con banderita.
Yo le tenía, aparte admiración, simpatía a David, y he podido recorrer su historia a través de sus amigos, que al cabo somos lo mejor que dejamos: páginas, columnas que hablan y sienten. Me acuerdo, ya se ha contado, un cóctel nocturno en el Palace donde, no sé cómo, yo empecé a hablar de las bondades de veranear en Comillas y con jersey. Pero sé que lo traté, también, en esos cumpleaños de Alcántara que se repiten, de cuando en cuando, lejos del mar. En un mar de palomares castellanos.
Hoy y mañana y siempre toca hablar de David Gistau, que es la pólvora con la que hay que salir, ver y contar. Con el dato y con la humanidad. Yo llevo su libro de artículos como un escapulario en momentos de zozobra. De dudas. Como este miércoles mismo que amanece por amanecer.
Es doloroso y bello que su leyenda vaya creciendo con los años. Nunca fui de sus más allegados, pero bromeamos. Parece que ha pasado una eternidad y ha pasado una pandemia, una nevada, lo que jamás recuperaremos como sociedad ni como país.
Tres años.
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