LAPISABIÉN
Chotis del desgaste
Madrid es una prueba de vida, donde el presente es más presente
Habanera a La Latina
Ponerse de fiesta
Me afeité un día en Madrid y yo ya no era yo. Ya vi las canas en el lavabo como en un lienzo de Antonio López. Supe el precio de habitar el rompeolas donde todo hijo de vecino viene a ejercer el derecho al ... pataleo. La ciudad me hizo viudo prematuro sin muerte por medio; un teléfono que no respondía y yo, antaño, lanzado a las calles de la ciudad. En unos 'isidros' de hace ya una eternidad aprendí a hacerme el nudo simple de la corbata, vi morir a Adolfo Suárez unas plantas más abajo desde donde el doncel de Cebreros puso rumbo a la eternidad, y hasta entré en el Congreso a un bolo donde servían vino español. Sin caballos ni mostachos.
Aquella vida era intensa, y yo joven. Los escritores se mezclaban en las camarillas, los actores con los músicos, y una tarde de sol invité a una caña a Gabriel Rufián, ahora silente, usado, en Casa Manolo. Rufián está triste, qué tendrá Rufián, qué le le hará esa ERC que parece todo de algodón. Rufián, el hombre que más se parece a España, que decía el PSOE de sí mismo. La vida me devolvió el gesto un día que entrevisté a 'su' Figo entre ostras y un fado que sólo yo escuchaba. Apenas dormía en los camastros en Madrid. Un único traje, con las mangas brillantes y sobadas de andar en los saraos, me abría las puertas del canapé y la confidencia. Igual que perdí el pelo, que me brotaron canas, fui viendo cómo llegaba a la capital el colmo de los males. Un día de primavera, antes del 'procés', una manifestación de indepes llenó el paseo del Prado. Les hablaba en argentino, y hasta me respondieron tocándome 'Mi Buenos Aires querido' con una ocarina, tal era su argumentario. La ciudad se hacía circular. Luego, la política vista desde un campanario o a pie de calle. Madrid es una prueba de vida, donde el presente es más presente, y el ya es antes de ayer.
No suelo traer mis cuitas con Madrid a la columna, pero nos brotó un mayo triste, y la memoria agarra la pluma y las meninges. La Historia pasa a mi vera, peligrosa como un miura. Y eso solo pasa en esta capital de musas breves y trastornos crónicos.
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