LAPISABIéN
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Llamarás a la tía, para que la soledad no sea tan solemne
El 'Forqué' de Garci
La banderita de Juanma
Llegarás antes de que den las diez. Como en la canción. Te abrazarás a quien más te quiere. Verás que en un año habéis envejecido lo indecible, que ni ella se pinta el pelo ni tú te tiñes las canas. Te abrazará con su jersey ... de lana y de la cocina saldrá un aroma a amor con clavo, a la ofrenda de una madre a un hijo. Te sacará el mejor vino que ha podido comprar, después de tomarse el medicamento contra el dolor que apenas le deja andar y caminar al supermercado temprano.
Estarás en su casa, su nueva casa, más pequeña para que tú tengas un futuro en una ciudad grande que te va devorando poco a poco, mucho a mucho, día a día. No querrá que le cuentes las miserias de tu día, que ella también viene aquejada de soledad. Ha hecho lo posible por no fumar, te ha regalado el último libro de Antonio Soler; tú, en cambio, le regalas un rictus de no poder más con la vida. Y sabes que le hundes la primera vejez. En el silencio de un querer que puede cortarse, pedirá que enciendas el televisor, el comisionista y la del máster quitarán octanos de sentimiento a una madre y una hijo que se ven poco. Al lado de la tele sigue la réplica de la Virgen de los Dolores de Córdoba, a la que la abuela era muy devota. Cenáis. Sale el Rey, termina, y recuerdas otras navidades. El tío con su alegría dipsómana, el tocadiscos donde la abuela se empeñaba en que sonara la Pradera. El tío abuelo, sacerdote guapo y jesuita, con los colores que daba el vinillo y el brasero, y un chiste picante en la lengua.
Quieres irte pronto al sofá cama porque todo lo pasado fue mejor y traerlo a la cena no hace bueno; maldito baile de muertos. Te pondrá una nueva manta encima cuando ya te haya hecho efecto el Orfidal, limpiará tus pantalones desvencijados de tanto andar por Madrid. El 25 la llevarás al único bar abierto del pueblo a tomar sopa de huevo y carne de orza. Llamaréis a la tía, para que la soledad de dos seres amantes no sea tan solemne. Le contarás lo de tu nuevo libro. Y la Navidad, como siempre, te dolerá como una flecha de Bernini en mitad del pecho.