1-Oh!

Son seis años y un día, que la fechas no me salen nunca exactas, y sólo sé la fecha en que Morante entró en el tiempo de los héroes por el Baratillo.

Fue aquel un día tonto, nublado, en Barcelona. El tiempo es caprichoso. Allí los guiris creyendo ver la Primavera de Praga, una a la que dicen que rompieron un dedo, Agustina de Aragón, y la Policía Nacional que, frente a lo que dijo Vázquez Montalbán del Barça de entonces, sí que era el verdadero ejército desarmado de Cataluña. De la Cataluña fiel, española. Tan desarmados los agentes de Vía Layetana, poco después. Como los andaluces, los murcianos, los extremeños catalanes a los que se les cayó la venda tras tanto tiempo bajo el embrujo de un Pujol que les robaba y les montaba un concierto de rumba para que se quedaran bien paraditos en sus guetos.

Vuelvo a ese 1-O. Estaba la mar en calma, Roures excitado y prestando logística, y tú ya me dejaste de hablar. Hablar sí que hablaron, discretamente, Soraya y Junqueras, dos seres de luz. Y de esos lodos, estos hedores de amnistía. Aquellos vítores a las urnas de marras, Trapero fumando 'ducas'. Parece que fue ayer, y quizá lo fuera. Después salió la sentencia, el palacete de Lledoners, y hoy Waterloo. Donde reside la soberanía de la buena gente de Zafra o Alcobendas.

Yo colgué mi bandera constitucional, tú la lencería no tan fina, ni tan demócrata. A ese sol al que se arrimó Borrell días después, siempre tan timorato. Lo volverán a hacer.