parrillada mixta
La nave del misterio está en TVE
Estos montajes solo se programan cuando toca informar de los escándalos registrados en los grandes almacenes Sánchez y entre sus dependientes
Hay fenómenos que desde la antigüedad escapan a nuestras entendederas. El yin, el yang, la materia, la antimateria, el acid-house, María Jesús Montero, las gabardinas para perros o la cerveza artesanal. De toda estas cosas se ocupa Íker Jiménez, cuya nave del misterio traduce ... las cosas más arcanas al idioma del pueblo –el que se salva a sí mismo, él solito, barriendo el lodo hacia el alcantarillado– en un ejercicio de pedagogía que hace a su público, si no más sabio, más libre para pensar por encima de sus posibilidades. Justo lo contrario de lo que hacen o intentan hacer Jiménez & Porter –vulgarizar el conocimiento o el desconocimiento, mero ejercicio didáctico– es a lo que nuestra televisión pública dedica su esfuerzo intelectual, volcado a granel en unos números parainformativos, o mejor contrainformativos, en los que el birlibirloque y el trile impiden seguir una narración tan retorcida y subordinada que resulta indescifrable. Ni siquiera la gente más preparada, aquella que entendió a la primera 'El árbol de la vida' o 'Tenet', ha sido capaz de descodificar los jeroglíficos con que TVE desafía los estándares del raciocinio.
Desde que el dependiente del departamento fiscal de los grandes almacenes Sánchez se metió –solo o en compañía de otros, por aquello de que solo la Fiscalía salva al pueblo, barriendo fango para casa– en el berenjenal de la revelación de secretos, cada vez que nuestra emisora pública tiene que informar de alguna novedad del caso, así lleva meses, es tal el galimatías audiovisual que monta que no hay manera de enterarse de la misa la media. Podría tratarse de una aproximación al lenguaje no figurativo, un ensayo experimental en busca de nuevos horizontes televisivos, pero no: estos montajes solo se programan cuando toca informar de los escándalos que se registran en los grandes almacenes Sánchez y entre sus dependientes.
Hay que subrayar la fantasía de estos cortometrajes, estructurados a partir de un frenético 'feed-back' –vuelta la burra al trigo en castellano– que en el caso del fiscal siempre desemboca en el novio de Ayuso, todo remezclado, con 'samples' que remiten a la mecánica del 'hip-hop' y que rompen la melodía del hilo argumental. Ignorar una noticia incómoda pertenece al pasado de la manipulación; el futuro es un cubo de Rubik al que te quedas mirando con cara de imbécil.
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