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EN OBSERVACIÓN

Nuestro monumento a la víctima desconocida

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Jesús Lillo

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Están levantando en Kiev un monumento al dron desconocido, en memoria de los artefactos inmolados por lo pirotécnico en una guerra digitalizada, desprovista ya del sacrificio de aquellos soldados sin nombre que morían por cientos de miles en las contiendas clásicas. Tienen previsto inaugurarlo el ... próximo 24 de febrero, aniversario de la invasión rusa, pero entre los contratistas, el escultor, el concejal y los vecinos, que se quejan del ruido, parece que no llegan. En España, donde desde al menos 2019 también estamos en guerra –«Iré cuando haya paz», dijo entonces el Papa Francisco, infalible en cuestiones geopolíticas, especialidad de la casa pontificia–, nos dejamos la piel en una batalla cuya figura central, cuando no única, es la víctima, protagonista también desconocida del monumento que nuestra mayoría de progreso planea construir para que la nación agradecida recuerde el sufrimiento de todos los que en los últimos años se han hecho los ofendidos, los perseguidos, los calumniados, etcétera. El cenotafio, piedra y bronce para la eternidad, será erigido en Barcelona, por el tema de la cocapitalidad y porque según quitan estatuas y repintan murales en la Ciudad Condal va quedando mucho hueco.

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