Hazte premium Hazte premium

EN OBSERVACIÓN

Cuentecillo navideño del rey sin corte

Desde su ascenso al trono, diez años llevaba el atribulado monarca sin atreverse a ennoblecer a nadie

Marisa Paredes en el 'reality' del muro

Los juguetes adelantan por la izquierda

Jesús Lillo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Érase una vez un reino cuyas gentes vivían tan enfrentadas, salpicadas de fango, atronadas por el ruido, que el rey no se atrevía a conceder títulos nobiliarios a ningún súbdito que hubiera merecido la máxima consideración para en adelante servir de ejemplo y modelo de ... virtudes al resto de la nación, a la que falta le hacía contar con un cuerpo estable, si no de aristocracia, de meritocracia y nobleza, en su primera y más pura acepción. Enfrascado en una secular riña a garrotazos y escupitajos, emborrizado en una charca a la que cada bando, mitad y mitad, accedía por orillas distintas, el pueblo practicaba el innoble arte del prejuicio sumarísimo para descalificar a todo aquel que cojeara de un pie distinto al que determinaba su osamenta ladeada. Ni siquiera valían los que aparentemente caminaban sin altibajos y mantenían el tipo: para unos u otros, todos eran sospechosos de tara hasta que no se demostrase lo contrario. Sobraban las radiografías.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación