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en observación

Otra calle, y otra gente

Vuelve uno de Cibeles, con la bandera plegada bajo el brazo, más convencido de sí mismo.

Jesús Lillo

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Aquello de que «els carrers seran sempre nostres» fue la traducción al catalán y la adaptación al entorno de una república que el mosso de la porra dijo luego que no existía -«imbécil», añadió; «apreteu», había oído el agente- de la misma democracia real que ... algo antes había puesto en práctica Podemos, tratando de asaltar el cielo, los despachos, las boutiques y los chalés. La gente como excusa, el pueblo como parapeto, la indignación como resorte, la revuelta como salida y la calle como asamblea, nacional o colegial. Ni siquiera en Washington o Brasilia, a las bravas y con armas, vestidos de bisonte o en camiseta del Palmeiras, uniformes de campaña, se han logrado materializar unos arranques de bravura que algunos confunden con la expresión de la soberanía popular.

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