EN OBSERVACIÓN
Bárbara Rey, enfermería o Puerta Grande
Podemos explota el filón de las 'variétés', con Sánchez de galán cómico
Sánchez y Alvise, habas partidas
Sor Ye-Yé, Draghi y también Bergoglio
De tanto arrimarse, hablamos de pitones, lo de Bárbara Rey va a ser al final de Puerta Grande, la de los leones del Congreso, que en Madrid se abre cuando el presidente saca cuatro veces el pañuelo. Sánchez mira al tendido y la mayoría ... social y animalista agita el moquero. Hasta el rabo piden. Fachas perdidos, reliquia de la guerra de África, bisutería fina y felina del colonialismo, los leones se quedan fuera, como los ponentes de la cumbre trasatlántica organizada en el Senado por Political Network for Values para defender «el derecho a la vida de todo ser humano». Fachosfera, que rima con fuera. El muro de Sánchez, el cordón del Tinell, el «¡No pasarán!» de Teresa Ribera, el 'flis' de las moscas y el «¡Atrássss!» de El Cigala.
—¡Tun, tun! ¿Quién es? El alacrán y el ciempiés… ¡Cierra la muralla!
Que Bárbara Rey termine compareciendo en una comisión del Congreso es solo cuestión de tiempo. «Falta calendarizarlo», que dijo el pasado viernes Mertxe Aizpurua, en perfecto euskera. Si cada fracción de la mayoría de progreso ha sacado y movido el pañuelo para lo suyo –Junts, la amnistía; ERC, el cupo; Bildu, lo de «mucha Policía, poca diversión»–, a Podemos apenas le queda el tarro de las esencias republicanas, o simplemente antimonárquicas, para darse gusto y vidilla. Su divisa es un triangulito rojo, prendido de la solapa. Los trajes de luces se los cosen en la tienda de la calle de La Palma –ropa para vencer (sic)– donde Pablo Iglesias se compraba aquellos conjuntos tan retro y tan monos.
De la mano de Podemos, el Congreso se ha llenado en las últimas temporadas de delincuentes y de perseguidos de toda laya. Además de organizar jornadas de enaltecimiento de los Seis de Zaragoza y los Siete Niños de Écija, a sus salas más nobles han llevado a oradores de la talla de María Sevilla, lideresa de Infancia Libre; Jaldía Abubakra y Miriam Ojeda, apologistas de Hamás que el pasado junio legitimaron los crímenes del 7-O, o Bilbo Basaterra, cabecilla de Futuro Vegetal. Todo muy selecto. Para lo de Bárbara Rey están pensando en llamar de presentador a Jorge Javier, que ya estuvo por allí en verano, 'Educando en la diversidad', que ponía en la carpeta.
Fue en diciembre de 2021 cuando el senador Carles Mulet, de Compromís, entonces confluencia de Podemos, solicitó en la Cámara Alta la comparecencia de la vedete y documentalista audiovisual conocida como Bárbara Rey, petición que fue rechaza por un PSOE que en aquel momento todavía se podía permitir el lujo de guardar las formas.
Tres años, los transcurridos desde entonces, se hacen muy largos en las Cortes, más que un partido en el Bernabéu. Por Pedro Sánchez sabemos que un cambio de opinión lo puede tener cualquiera, sobre todo cuando se pone a hacer de la necesidad virtud, máxima que guía su última acción de gobierno y que se ha plasmado ya en anomalías como las pactadas con Junts, ERC y EH Bildu. Sin otra territorialidad que defender que la del espacio que queda a la izquierda de la izquierda –paradójicamente más tangible que las patrias queridas del separatismo–, Podemos tiene en la musa del destape y el chantaje, hoy actividad parlamentaria de primer orden, un filón que asegure su subsistencia. Saben que con Sánchez es posible, que ahora sí se puede.
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