EL CONTRAPUNTO
Sánchez traiciona también a Europa
Es hora de tomar las calles. ¿A qué espera el PP para convocar una gran movilización nacional?
Contra Ayuso todo vale, ¡hipócritas!
No hay consecuencias
No contento con traspasar muchas de las líneas rojas que marca la Constitución a un gobernante, aliarse con los enemigos declarados de España y aferrarse a la poltrona a pesar de haber sido derrotado en las urnas, a costa de pagar chantajes infames a esos ... partidos cuya razón de ser es destruir la unidad de nuestra nación, Pedro Sánchez ha llevado la traición al corazón de Europa, en un momento decisivo para el devenir de la Unión. Movido por una ambición personal ilimitada, un apetito desmedido de poder, un narcisismo patológico que va en aumento, una ausencia absoluta de principios o moralidad, pareja a la codicia descarnada de familiares, colaboradores y correligionarios dispuestos a justificar cualquier desmán con tal de medrar a su sombra, el caudillo socialista está causando un daño irreparable a nuestro país y a nuestro continente. Al modelo de convivencia política al que debemos el periodo más largo de paz y prosperidad que ha conocido la historia. Al futuro de nuestros hijos y nietos. Si no lo detenemos pronto, el destrozo no tendrá vuelta atrás.
Sánchez ha perdido toda legitimidad democrática para seguir en la Presidencia. Lo demuestran las frecuentes derrotas parlamentarias que sufre, la falta de Presupuestos, prorrogados desde 2023, o las humillaciones que le infligen sus socios, en particular Junts, obligándole a negociar constantemente en el extranjero con un prófugo de la Justicia a quien ha llegado a ceder el control de la frontera y la política migratoria. De ahí su desafío chulesco a las normas, optando por mandar (no gobernar) de espaldas al Congreso, cual dictador bananero. Sánchez está acorralado por la corrupción, que alcanza de lleno a sus personas más cercanas, y enfrenado a la mayoría de los jueces, a quienes ha tratado de someter en vano. En aras de sobrevivir, lo único que le importa, no le basta con haber colonizado prácticamente todas las instituciones del Estado, empezando por la Fiscalía, la Abogacía, RTVE o el CIS, sino que se ha lanzado a la conquista de los grupos de comunicación privados (Prisa) y las grandes empresas (Telefónica, Indra). Pero sigue estando solo y a su izquierda le aprietan las turcas. Sus costaleros de Sumar votan que España salga de la OTAN y él acude a Bruselas a hacer juegos de palabras, cambiando «rearme» por «seguridad» a ver si consigue colar que las vías de ferrocarril cuenten como inversión militar. Se alía con Giorgia Meloni, la extrema derecha intocable, según su propio cordón sanitario, con el empeño compartido de racanear a la Comisión los fondos que necesita para costear la defensa común. Y si no queda más remedio que gastar, sostiene, que sea a crédito mancomunado y acaben pagándolo otros, que a él eso no le da votos.
Sánchez está fuera de control. Es hora de tomar las calles. ¿A qué espera el PP para convocar una gran movilización nacional?
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