el contrapunto
Sánchez quiere volver a la censura
Para el caudillo socialista 'público' significa 'gubernamental' y 'Estado', 'mi partido'
La alternativa diabólica de Feijóo
Ayuso me representa
Al caudillo socialista no le gusta la prensa libre. En realidad no le gusta nada que huela a libertad, aunque los medios de comunicación independientes le inspiran una aversión especialmente enconada dado que son ellos, o mejor dicho los periodistas que honran su profesión ... desde sus páginas, quienes han destapado los escándalos que impregnan su mandato de hedor a corrupción. El caudillo socialista no soporta ver a su querida Begoña declarando ante un juez, después de que varios diarios publicaran durante meses informaciones veraces y relevantes referidas a los negocios turbios de su esposa o su meteórico ascenso en la carrera docente coincidiendo con su desembarco en La Moncloa. El caudillo socialista sabe que también su hermano anda metido en líos fiscales y laborales de difícil justificación, desvelados igualmente por 'plumillas' insobornables empeñados en meter las narices donde nadie les había llamado. El caudillo socialista ve crecer de hora en hora la ola de aguas fecales levantada por el caso Koldo y sus derivados, desde la defenestración inexplicada de su mano derecha, Ábalos, a la visita anunciada de Delcy Rodríguez, sacadas paulatinamente a la luz por ABC y otras cabeceras díscolas. El caudillo socialista no aguanta ese desafío y se pregunta, rabioso, por qué no seremos todos tan dóciles y complacientes como lo son sus masajistas favoritas en RTVE o la cadena de radio amiga. La idea de que ciertos periódicos escapen a su control le resulta insoportable, motivo por el cual ha decidido reinstaurar la censura, práctica 'progresista' donde las haya.
Fiel seguidor de Orwell, inspirado en Hitler y Stalin para escribir su monumental '1984', el caudillo socialista conoce el alto valor de las palabras. De ahí que haya decidido referirse a ese proyecto censor con el rimbombante nombre de «plan de acción democrática». «La paz es la guerra», reza una de las consignas del Gran Hermano en la obra del autor británico. «La censura es acción democrática», proclama con idéntica desvergüenza nuestro aprendiz Pedro Sánchez. ¿Cómo materializar ese recorte de libertades? Tirando de presupuesto, que para eso nos ha subido sesenta y nueve veces los impuestos. El caudillo socialista es inmensamente generoso con el CIS de su amigo Tezanos, a quien ha aumentado la dotación hasta superar la de la Casa Real, sin otro fin que el de poner el instituto al servicio del PSOE. Tampoco escatima en gastos cuando se trata de crear ministerios y llenarlos de asesores. Pero los medios que, según él, carecen de lectores; esto es, los que le incomodan, no tendrán a partir de ahora financiación pública. De todos es sabido que para Sánchez 'pública' significa 'gubernamental', del mismo modo que 'Estado' significa 'mi partido'. Que le pregunten al fiscal general, Álvaro García Ortiz, a punto de ser procesado por sus oscuros tejemanejes… Otra información que le gustaría ocultar al caudillo. Otro argumento de peso para su 'plan de laminación democrática'.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete