el contrapunto
Al PP le tiemblan las piernas
Votar lo contrario de lo que pretende Sánchez es aceptar que sea él quien decida la postura de Génova
Pensiones o elecciones
Sánchez usa de escudo a los jubilados
Los de Feijóo se han achantado, esa es la realidad. Ha bastado la amenaza de una manifestación convocada por los sindicatos comprados, acompañada de la correspondiente fanfarria interpretada por la banda sanchista en los medios, para que dijeran 'digo' donde pocos días antes decían ... rotundamente Diego. Y no respecto de una cuestión baladí, sino en relación a dos asuntos nucleares en democracia: las pensiones y la propiedad. En política cualquier bandazo resulta ser censurable, al menos para un partido que alardea de su seriedad, pero cuando hablamos de las cosas de comer, estas piruetas se tornan intolerables. Y si sagrado es el derecho de los pensionistas a ver incrementada su pensión, no lo es menos el de los propietarios de una vivienda a que el Estado no los abandone si sufren una 'okupación', modalidad de robo bendecida por la izquierda en el poder. La diferencia es que los primeros suponen nueve millones de votos y los segundos, unos miles. Había formas más dignas de salir de la trampa tendida por los fontaneros sanchistas, pero los populares han optado por someterse a la extorsión.
Sánchez les tiene tomada la medida, está claro. Por eso actúa con desparpajo creciente y los trata con un desprecio absoluto, mientras se humilla hasta lo indecible ante un Puigdemont inflexible, convertido en árbitro de cuanto acontece en España. Hace apenas una semana, el PP consideraba inaceptable vincular el incremento de las pensiones o las ayudas a los afectados por la dana con ciertas cesiones arrancadas al Gobierno por sus socios de legislatura, como el palacete parisino regalado al PNV o la protección a los 'okupas'. Tenía razón. Ante un chantaje en toda regla, como el perpetrado con ese decreto caballo de Troya, la única respuesta posible era un 'no' firme, explicado y argumentado. Un 'no' acompañado de la presentación inmediata en el Congreso de una proposición alternativa para actualizar las pensiones y liberar los fondos que necesita Valencia, sin añadidos tóxicos como los contenidos en el engendro al que la bancada del PP anuncia ahora que votará 'sí'. ¿Por qué?
La respuesta oficial sostiene que van a votar lo contrario de lo que pretende Sánchez, cuyo empeño es retratarles como la fuerza que se opone a que suban las pensiones. Lo cual es tanto como decir que quien decide la postura de Génova no es su líder, su programa o su ideario, sino el jefe del Gobierno al que hacen oposición. Proporcionar un arma semejante a un tipo como el aludido significa ponerse en sus manos y abandonar toda esperanza de echarlo de la Moncloa. Echarlo, sí; no esperar a que el tiempo acabe desgastándolo, que parece ser el camino elegido por los consejeros del gallego. Una estrategia que, por cierto, tiene desconcertados, enojados y desalentados a no pocos diputados de dicho grupo, incapaces de comprender la deriva de su formación.
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