EL CONTRAPUNTO
Pensiones o elecciones
A medida que mengüe el bolsillo, menguará en igual medida la disposición de los pensionistas a indultar a Pedro Sánchez
Sánchez usa de escudo a los jubilados
El dinero, a los pies de Sánchez
A poco que lea periódicos o al menos le hagan llegar una versión masticada de su contenido (me inclino más por lo segundo), Pedro Sánchez debe de ser consciente a esta hora de que su última maniobra, rastrera donde las haya, ha cosechado un estrepitoso ... fracaso. No ha colado ni siquiera dentro de Frankenstein. Apenas ha convencido a un tercio de los españoles, mientras los demás le culpan de haber bloqueado la actualización de las pensiones al pretender mezclar en un mismo decreto-trampa el derecho inlienable de millones de ciudadanos especialmente vulnerables con las variopintas exigencias de su amalgama de socios. Dicho en español castizo, le ha salido el tiro por la culata.
Los trucos de trilero que auparon hasta la Moncloa a este aspirante a tirano ya no funcionan. Sus mentiras no traspasan la barrera de los incondicionales entregados a la causa del pesebre público. A base de incumplir promesas y contraer deudas imposibles ha perdido por completo el escaso crédito político del que disponía, además de conconseguir que ni los suyos le crean. Lo cual, tratándose de Puigdemont, se traduce en la imposibilidad de aprobar una sola ley; es decir, de gobernar, sin pasar previamente por caja y efectuar pagos que no está en su mano hacer por resultar inconstitucionales incluso a ojos de Conde Pumpido (por ejemplo, la cesión total de las competencias en materia de inmigración y el consiguiente control de nuestras fronteras), y, si pensamos en sus electores, justifica el descalabro que le auguran las encuestas. Diez diputados menos tendría a tenor del sondeo de ABC con respecto a 2023, en gran medida como consecuencia de los escándalos que acorralan a su familia y él achaca a «la máquina del fango», sin lograr que los españoles se traguen esa patraña.
El caudillo socialista se encuentra en un callejón estrecho que solo ofrece dos salidas: dar marcha atrás en su pretensión de escudarse en los pensionistas para obligar al PP a pasar por sus horcas caudinas, o convocar elecciones. Si opta por abandonar su postura chulesca, separa la actualización de las pensiones de cualquier otra cuestión y la somete a votación en el Congreso antes de que el bloqueo afecte a la nómina de febrero, se habrá tenido que humillar, aunque tal vez aguante algo más conservando las simpatías que aún despierta en ese colectivo. Si no está dispuesto a rectificar, más le vale llamar a las urnas cuanto antes y desplegar toda su maquinaria propagandística para persuadir a los afectados de que vuelquen su justa ira en la «derecha insolidaria». A lo mejor logra su propósito con ese escaso treinta por ciento que ha comprado su mercancía averiada, aunque tengo para mí que, a medida que mengüe el bolsillo, menguará en igual medida la disposición a indultar a quien tiene en su mano impedir que la inflación se coma su paga.
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