la tercera
La tecnología no es vital en la educación
«La buena enseñanza sigue siendo el producto de un buen profesor, un aula tranquila, un buen currículo, unos exámenes adecuados y el esfuerzo del alumno. Si están todos estos factores, los ordenadores pueden apoyar un resultado ya positivo; si no están, los ordenadores no son la respuesta»
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Todos hemos notado el debate intensivo sobre el papel de la tecnología en la educación. Para introducir el uso del ordenador o de la tableta en la escuela se mencionan diferentes motivos, como la utilidad de saber manejar la tecnología en el mercado laboral, o ... se apela a la justicia social, porque no todos tienen ordenador en su casa. Aquí el enfoque es otro y se hablará de cómo influye el uso del ordenador en el aprendizaje escolar.
Cuando se introdujeron los ordenadores en las aulas, se dijo que mejoraría el aprendizaje porque se iba a aprender de manera más eficaz. Ha habido bastante investigación, pero hasta ahora se ha visto que el aprendizaje depende más de la edad del alumno, del contexto y de la voluntad de aprender que del acceso a un ordenador. De manera general, los resultados son menos positivos de lo que se afirmaba cuando los ordenadores eran nuevos, y lo que sigue siendo esencial es la voluntad y la capacidad de aprender del estudiante.
En Suecia, la nueva ministra de Educación escolar, Lotta Edholm, ha tomado nota de estos datos. Después de más de treinta años de políticas de digitalización en la educación sueca no se notan mejoras, sino que bajan por ejemplo los estudiantes que reciben poco estímulo cultural en su casa. Se contempla modificar el currículo preescolar y quitar la obligación de acostumbrar a los niños pequeños a las pantallas. En el currículo de la enseñanza primaria, se pondrá más énfasis en que los alumnos aprendan a escribir a mano y en que practiquen esa destreza. También se va a cambiar la estrategia de digitalización para los alumnos de más edad. El Gobierno ya ha reservado dinero para que las escuelas compren más libros de texto. La meta es que cada estudiante disponga de un libro de texto en papel en cada asignatura teórica.
Cuando se trata de explicar por qué las pantallas no han dado el resultado que se esperaba se puede escuchar al gurú sueco en este tema, el neurocientífico Torkel Klingberg. Constata que, para el alumno, tener el ordenador abierto en clase es una distracción. Contribuye a que el estudiante se concentre peor. Además, el alumno se acuerda algo menos de lo leído en la pantalla, lo que parece estar conectado con cómo funciona la memoria. Al fijar un conocimiento en el cerebro, el dato se conecta con el lugar y el momento en el que se aprendió. En la escuela, ese contexto solía ser la presentación del dato por el profesor o por un libro. Es menos fácil para el cerebro recuperar un dato leído en la pantalla, porque en la pantalla una página se diferencia poco de otras páginas.
El típico proceso de aprendizaje solía ser escuchar en clase, tomar apuntes, después leer en el libro de texto y finalmente presentarse a algún tipo de examen. Al tener acceso a los datos en el ordenador, hay un sutil cambio, porque el ordenador nos da la impresión de que ya disponemos de los conocimientos que necesitamos sin haber hecho el esfuerzo de aprender. Ahora, investigaciones recientes subrayan que tomar apuntes ayuda al aprendizaje. Al tomar apuntes, el estudiante tiene que elegir lo más importante porque no da tiempo a apuntarlo todo.
Eso significa que el tomar apuntes obliga al estudiante a ser activo y usar su juicio. Si el estudiante además pasa a limpio los apuntes después de la clase, repasa lo aprendido y utiliza otra vez su juicio para decidir qué es lo que va a incluir en la nueva versión de los apuntes. En otras palabras, tomar apuntes y pasarlos a limpio es una manera de ir profundizando en lo aprendido, captando la idea central. También se pueden tomar apuntes en el ordenador, pero existe un riesgo de pensar que la información «está ahí» y que no hace falta aprender los datos. Este pensamiento «mágico» nos invita a la pereza. Del mismo modo, cuando se trabaja con un libro de texto y un lápiz en la mano para subrayar o añadir un comentario, se crea una conexión entre el cerebro, el lugar en el texto y la mano, una conexión que primero nos ayuda a aprender y después a recuperar lo aprendido.
Para entender por qué es una trampa pensar que no hace falta aprender tanto ahora que tenemos ordenadores, podemos fijarnos en cómo pensamos. Cuando se nos ocurre una idea, se trata de una combinación de una observación y de lo que nos viene a la mente. Ese pensamiento utiliza el conocimiento ya almacenado en nuestro cerebro y, por eso, es diferente para cada uno de nosotros. Además, es instantáneo. Si no hemos vivido ciertas situaciones o aprendido ciertos datos, estos elementos no estarán presentes en nuestro cerebro en el momento de pensar, es decir, nuestro pensamiento será menos elaborado. Además, en general, no sabemos qué es lo que no sabemos y, por eso, no echamos de menos los datos que hubieran enriquecido nuestro pensamiento. En otras palabras, un efecto no calculado de los ordenadores puede ser a la vez menos conocimientos en nuestros cerebros y un pensamiento menos complejo.
Los ordenadores han obtenido su posición privilegiada en el sistema escolar por una alianza entre ciertos pedagogos progresistas y las empresas que venden ordenadores. Los pedagogos han querido organizar un aprendizaje que no se basa en la autoridad del profesor y en los exámenes. Quieren fomentar la independencia de los estudiantes. La llegada de los ordenadores les permite acercarse a su ideal y, a la vez, presentarse como modernos. El uso del ordenador permite combinaciones con la pedagogía del proyecto, de la resolución de problemas y de la búsqueda de material en internet. También permite realizar el ideal de ver físicamente activo al alumno. La nueva palabra clave en pedagogía es la innovación. Sin embargo, nunca se ha podido demostrar que el aprendizaje con ordenador es más eficaz. Los pedagogos en cuestión no suelen querer medir el aprendizaje, sino que insisten en que el aprendizaje es algo personal.
La buena enseñanza sigue siendo el producto de un buen profesor, un aula tranquila, un buen currículo, unos exámenes adecuados y el esfuerzo del estudiante. Si están todos estos factores, los ordenadores pueden apoyar un resultado ya positivo. Si no están reunidos los factores positivos necesarios, los ordenadores no son la respuesta. Si hace falta una reforma escolar, el tema de la tecnología en el aula distrae la atención del problema central. Para concluir, en educación se ha dado a la tecnología más importancia de la que se merece.
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