VISTO Y NO VISTO
El espectáculo alemán
Veremos la de cosas que hará el sanchismo cuando descubra el estilo alemán de valerse de la mayoría felipista del 82, con sus 202 diputados
Tiburones
La taza de café
En el último siglo, Alemania invadió Francia y Rusia, adonde enviaran a Lenin para el experimento bolchevique. Antes, Kant nos dio un pleonasmo, «Estado de derecho», que se ha convertido en el sonajero de los tontos, los mismos que ahora quieren volver a Rusia «para ... trocearla», como pide la princesa Kaja, que tiene a la bumerada liberalia bailando como en un OnlyFans.
–Sólo luchamos por lo nuestro… Nos obligan por ley a ser bondadosos… Nadie prevé si nuestra no violencia sólo está retardando la guerra hasta nuestros hijos… Deberíamos revisar qué hay de sincero y autónomo en la propia tolerancia… Nuestros intelectuales son amables con el extranjero no por amor al extranjero, sino por furia contra lo nuestro, y acogen con satisfacción todo lo que lo destruye… –avisó Botho Strauss en 'El canto creciente del macho cabrío'.
En lo que prepara los tanques, Alemania se entretiene rizando el rizo con lo que llama Constitución y que sólo es la Ley Fundamental de Bonn, redactada bajo vigilancia de un ejército de ocupación por un nazi «patanegra», Theodor Maunz, maestro de nuestro Sánchez Agesta, que, menos para separar los poderes, único objeto de una Constitución, sirve para todo: prohibir los partidos nazi y comunista, volver a permitir el partido comunista, prohibir el exceso de deuda, volver a permitir el exceso de deuda, usando las mayorías parlamentarias a conveniencia (birlibirloque de Merz, exempleado de BlackRock), y ya veremos la de cosas que hará el sanchismo cuando descubra el estilo alemán de valerse de la mayoría felipista del 82, con sus 202 diputados, que le dan para hacer de Bolaños, ese tipo que tutea al Santísimo, un papa Clemente del Valle de los Caídos. Después de todo, nuestra Carta otorgada del 78 es una copia burda de la Ley Fundamental alemana. España con Franco tenía ocho; un verano, Garrigues, desde Roma, y desde Madrid Jesús Fueyo, Fernando Herrero y Emilio Romero escribieron a Franco a San Sebastián con la proposición de reunirlas en una Constitución, pero el general debía de tener la idea griega de que «todas las cosas son ocho», y tiró las cartas al Urumea.
–Semel iussit, semper paret…
Una vez ordenado, siempre obedecido. El legislador y la dictadura. La ley es dictado, primero 'dictamen rationis', después 'voluntatis', a continuación 'concupiscentiae'. Toda ley es dictado. Lo dice el creador de la ciencia constitucional. «Hoy día: fe en la ley = falta de instinto de la criatura condenada al hundimiento. Quizá sea el derecho de Estado la materia de la jurisprudencia y no la ley».
–Usualmente –anota Nicolás R. Rico, bastante antes del sanchismo–, en España todo el segundo curso de Derecho Constitucional se reserva para lo que vaga y pomposamente se llama «Derecho constitucional comparado». Se trata de una enseñanza en gran parte imaginaria, donde reina supremo el '«quiproquo'. No hay mucho que comparar, si somos sinceros.
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