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visto y no visto

«Por consiguiente»

González masacraba el idioma para «esconder la verdad con palabras ininteligibles»

Otra vez Gibraltar

Balas o votos

Ignacio Ruiz-Quintano

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El 92 fue el 'Bienvenido, Mr. Marshall' del 78. Juegos Olímpicos en Barcelona, Exposición Universal en Sevilla y Capitalidad Europea de la Cultura en Madrid. Samaranch, Pellón y Osaba. Bajo aquella lluvia de Dánae, intelectuales y periodistas bailaban como 'jackrussells' en una fábrica de salchichas. ... Un revistoso de trenes llamaba a un revistoso de aviones para pedirle un 'articuento', y le contestaban que por menos de trescientas mil pesetas (unos dos mil euros de los de ahora) no se ponía a la máquina. El dinero fluía en el mercado como los ríos de leche y miel en la Biblia, y sabemos de eso. Somos el país del 'kilo', del 'pellón' y de la 'vaca'. El 'kilo' lo inventó Manuel Benítez, el Cordobés, como unidad de medida del 'millón' de pesetas. El 'pellón' lo inventó Antonio Burgos, al que se le hacía bola decir 'millardo', como unidad de medida de los mil millones de pesetas, imprescindible para arquear las cuentas del colosal desfase presupuestario de la Expo. Un 'pellón', según Burgos, «equivalía a mil millones de pesetas de dinero público despilfarrados en obras absolutamente innecesarias». Y la 'vaca' se inventó en casa de los Lanzas («mi hijo tiene dinero p'asar una vaca») como unidad de medida de la morterada de euros.

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