columnas sin fuste
El nanosegundo
Hasta las de Bildu se han puesto en su piel
UN gran logro de Tamara Falcó ha sido unir a las mujeres. Biológicas o no, feministas o no feministas, terf y no terf, derechistas, centristas e izquierdistas, todas la han elevado a categoría de símbolo o representante. Sobre todo las muy de izquierdas. Tamara ha ... conseguido que salten las barreras de clase y claudiquen las personas de mayor rencor social: Tamara, tía, en esto estoy contigo. Hasta las de Bildu se han puesto en su piel.
El nanosegundo en el metaverso las unió en su significado profundo: si ocurrió, Íñigo, aunque solo fuera por tan poco y tan lejos, lo nuestro se ha acabado. Con ello, genialmente, Tamara ha definido el grado de la intransigencia femenina, con una reformulación aplaudida por unanimidad. Estas y no otras son las condiciones de la confianza, del pacto entre sexos, del contrato sexual. Ni moderneces, ni 'sí es sí', ni Irene Montero ni honduras de amor católico: el nanosegundo, un solo nanosegundo, uno solo (y porque no hay algo menor, una medida más pequeña) y todo se ha acabado. El nanosegundo es la palabra actualizadora para el gesto atávico de juntar índice y pulgar como agarrando una pulga: «ni esto, no te paso ni esto».
Probemos al revés. Que un hombre dijera: «como haya sucedido, aunque fuera una milésima de segundo, una sola…». ¿No nos parecería legítimo pero un poco tirando a moruno?
En la España feminista ha sido Tamara, pijamente, la que ha establecido las normas afectivosexuales y Onieva queda en el reverso inclemente de la luna, Tenorio socialmente sentenciado. Necesitará un carrito para llevar su estigma.
Es difícil salir en su defensa. En estos casos, hasta los tuyos se ponen del otro lado. A los asesinos en serie aun les queda la madre, pero aquí… Se roza el repudio. Tendría que haber clínicas de expiación para reintegrarse en la sociedad poco a poco, porque en esta vida se puede perdonar a un terrorista, a un golpista, abortar una vida sin un reproche o malversar miles de millones de euros. Todo es opinable, más o menos indultable. Pero lo que no se puede, bajo ningún concepto o atenuante espacio-temporal, es mentir a una mujer.
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