el retranqueo
Fábula de la buena querella
Si hubiese escolta para Puigdemont sin amnistía en vigor, ¿habría delito del Gobierno? Alguien debería pensarlo
Sánchez o el fin de los tiempos (15/11/23)
Si es que esto no es de izquierdas (14/11/23)
A menudo, la vorágine nos conduce a infravalorar noticias relevantes que se ven superadas sucesiva e indefinidamente por otras más graves que se van solapando. Sin embargo, detenerse en ellas conduce a una segunda lectura más reposada que podría abrir profundas grietas en el monolito ... del Gobierno y en su concepción absoluta del poder. Moncloa ha accedido a poner un servicio de escolta y protección a Carles Puigdemont, a quien el PSOE llama 'president'. Fabulemos. Buena parte de la opinión pública acogió esa idea como un eslabón más, el enésimo, de una cadena de favores indignos del Estado para resarcir a un delincuente devenido en falso héroe. Una humillación sin precedentes, ya que los mismos miembros de las Fuerzas de Seguridad que deberían detenerlo se dedicarán precisamente a impedirlo. Algo así como el Estado al revés.
Y ahí quedó, como una ofensa emocional para todos los ciudadanos que creen, o creían, en el sistema. Pero si se rasca sobre la superficie, surge más. El Tribunal Supremo recibe a menudo querellas contra el presidente y contra miembros de su Gobierno. La última, de Vox, para paralizar cautelarmente la investidura. Nada, fue solo un sueño húmedo. Acusaba a Pedro Sánchez de cohecho por haber comprado siete escaños vendiendo al Estado, o algo similar. Tal que esa, hay muchas querellas baldías, irrelevantes, redactadas con recortes de periódicos, sin más indicios que cuatro tecnicismos salteados sin demasiado sentido. Sin recorrido real.
Aprobar una escolta para Puigdemont es otro nivel. La amnistía no está aprobada, sino en su trámite inicial. Si estuviese en vigor, esta fabulación perdería todo su sentido. Pero no estándolo, asignar una protección policial a un delincuente huido tiene un no sé qué prevaricador y malversador porque es de suponer que los servicios de esos escoltas, sus dietas, sus desplazamientos, su manutención y su alojamiento no correrán por cuenta de su propio bolsillo, por muy fervorosos que sean del muy iluminado y patriótico 'molt honorable'. Incluso, puede constituir una deliberada y paradójica obstrucción a la justicia… ¡impulsada por el propio Estado!
Si hubiese escolta sin amnistía en vigor, ¿habría delito? Sólo faltaría un querellante con crédito, con ascendencia jurídica, con nombre, con representatividad, con influencia, con credibilidad social. El Tribunal Supremo agota su paciencia con 'frikis' necesitados de notoriedad, con asociaciones de manos limpias y alma sucia, con partidos en busca de titulares. Fabular no es delirar. Decenas de entidades, colectivos, cuerpos de la Administración y colegios profesionales se dicen escandalizados con tanto abuso de poder. Ahí tienen una pista ante la que el Supremo necesariamente debería ser receptivo. Falta el arrojo de dar el paso, la valentía de saltar al vacío con querellas solventes frente a una escolta anunciada y delictiva. ¿Moraleja? La justicia solo es justicia si hace justicia. Pero el silencio solo es silencio si no hay voz... Malo para la democracia.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete