tiempo recobrado
Emmet Till, el retorno de un fantasma
Siempre me sorprendió la capacidad que tenemos para olvidarnos de las atrocidades, sepultadas por una actualidad frenética
Hybris (27/4/23)
Sánchez y la imagen (24/4/23)
Acaba de morir en Luisiana a los 88 años Carolyn Bryant Donham, una mujer cuyo nombre ya no significa nada. Tenía 20 años en 1955 cuando denunció a un adolescente negro por haberle silbado a la salida de su trabajo. El chico se llamaba Emmett Till y el caso conmocionó a la sociedad estadounidense ... .
Till fue secuestrado por el esposo y el hermanastro de Carolyn. Su cadáver apareció unos días más tarde en el río Tallahatchie, brutalmente golpeado. Su madre se negó a cerrar la tapa del féretro para que la gente pudiera ver el destrozo. Los dos responsables del asesinato fueron absueltos por un jurado de raza blanca. Se demostró posteriormente que la policía había ocultado pruebas.
La muerte de Till no fue en vano porque la publicación de las fotos del cadáver dio lugar a unas movilizaciones que desembocaron en la organización de los movimientos por la igualdad racial que fueron centrales en la agenda política en los años 60. Un año después del crimen, Rosa Parks se negó a ceder su asiento en el autobús a un blanco en Montgomery, otro hecho de enorme importancia simbólica, pero que no tuvo la repercusión del asesinato de Till, que marcó el compromiso de hombres con Luther King o Malcolm X. Los dos pagarían con sus vidas por su activismo.
Hoy puede parecer increíble que todavía en los años 60, cuando Kennedy accedió a la presidencia, existiera la segregación en las escuelas y que los negros no pudieran entrar en los hoteles y los restaurantes para los blancos, una prohibición sustentada en las llamadas leyes de Crow, vigentes hasta que las derogó el presidente Johnson.
El asesinato de Till sirvió para concienciar a jóvenes como Cassius Clay, que llegó a defender la segregación radical al creer que su raza siempre estaría sojuzgada por los blancos y que la única alternativa era dividir Estados Unidos en regiones donde las dos comunidades vivieran separadas. La lucha por la igualdad duró décadas y tuvo un alto coste en vidas humanas. Y fue algo que nos marcó a quienes nacimos en la década de los 50, que asistíamos en los noticiarios a violentos enfrentamientos raciales en ciudades como Los Ángeles.
Esto parece una historia muy lejana y, si no fuera por la muerte de esta mujer, podríamos creer que lo habíamos soñado. Pero no, fue algo bien real que sufrieron millones de ciudadanos que todavía están vivos. Siempre me ha sorprendido la capacidad que tenemos para olvidarnos de las atrocidades, sepultadas por una actualidad cambiante y frenética. Pero no hay más que mirar atrás para poder confeccionar una lista de los horrores de los que hemos sido testigos desde el asesinato de Till, que incluye guerras, genocidios y persecuciones. Las cosas han evolucionado poco, seguramente porque es imposible cambiar la naturaleza humana.
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