Editorial
Trump y su Alcatraz arancelario
El presidente norteamericano sigue anunciando aranceles para completar su 'Día de la Liberación en América', pero puede terminar convirtiendo a su país en una isla comercial al margen del resto
Donald Trump ha dado una vuelta más de tuerca a su propósito de usar los aranceles como forma de someter a vasallaje a los demás países que, según su peculiar visión de las relaciones internacionales, se han estado aprovechando de Estados Unidos. El miércoles anunció que impondrá un arancel del 25 por ciento a todos los coches importados que se vendan en su país. La medida provocó inicialmente una fuerte caída de las acciones de los principales fabricantes de automóviles, aunque después se moderó al generalizarse la impresión de que Trump ha usado el anuncio para ocultar la crisis provocada por el hecho de que los más altos cargos de su Administración pusieron en peligro una operación de sus fuerzas armadas en Yemen. Los analistas también cuestionan que la medida se aplique con la misma contundencia con que la anunció. Por ejemplo, existe la duda sobre si se castigarán las autopartes, lo que penalizará a coches como los de BMW y Mercedes que se fabrican casi íntegramente en Estados Unidos pero incorporan ciertas piezas, como los motores, procedentes del extranjero.
Los diferentes anuncios sobre aranceles que Trump ha ido soltando con cuentagotas desde que llegó al poder han obligado a los medios de comunicación y a los principales 'think tanks' a crear instrumentos especiales de seguimiento de su política comercial. Su análisis arroja un puzzle endemoniado. Una parte de la sobretasa del 25 por ciento que se ha anunciado contra México y Canadá fue suspendida durante 30 días. Del mismo modo, las exportaciones energéticas de Canadá sólo soportan un arancel del 10 por ciento. China en cambio ha tenido que asumir un arancel adicional del 20 por ciento a todos sus productos. El arancel del 25 por ciento a los países que compren petróleo a Venezuela y que afectaría a España aún no ha sido detallado. De momento, los aranceles recíprocos que se aplicaran a la Unión Europea porque «nos tratan de forma horrible», según Trump, no han sido desplegados. Todo está a la espera de las órdenes ejecutivas que se han anunciado para el miércoles 2 de abril, fecha que el presidente ha bautizado como el 'Día de la Liberación en América'.
Poco a poco va cuajando la idea de que los aranceles de Trump van a ser una política contraproducente para EE.UU. 'The Wall Street Journal', la 'biblia' del capitalismo estadounidense, recogía esta semana la decepción que reina entre empresarios y directivos ante la posibilidad de que la economía se esté precipitando en una recesión. Y el deseo de Trump de que aquellas empresas que se vean penalizadas por sus aranceles abran fábricas en el país para evitarlos aún debe comprobarse cierto, más allá de que él y su Proyecto 2025 hayan teorizado que América es un continente que puede experimentar la autarquía con éxito. Hoy existen más posibilidades de que EE.UU. realmente evolucione hacia una especie de Alcatraz arancelario, una isla aislada del libre comercio con reglas equilibradas como lo concibe la mayor parte del resto del globo, que de convertirse en un paradigma económico generalizable. El problema de su 'America First' no es que sólo haya una América, sino que sólo hay un primer lugar. Sus nuevas amenazas contra la UE y Canadá, que vertió tras anunciar los aranceles, dan cuenta de que Trump empieza a apreciar que su estrategia tiene agujeros y que los afectados empiezan a coordinarse contra él . «Si la UE colabora con Canadá para perjudicar económicamente a Estados Unidos, se les impondrán aranceles a gran escala, mucho mayores de los previstos actualmente», amenazó, confirmando el viejo adagio de que a quien sólo tiene un martillo, todos los problemas le parecen clavos.
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