EDITORIAL
La seguridad no puede tener brechas en Defensa
Polémica por la contratación de una empresa civil, sin experiencia en el terreno, para traducir en los cursos de adiestramiento de militares ucranianos
Resulta inquietante que el Ministerio de Defensa haya adjudicado, en el marco del programa de adiestramiento de militares ucranianos en España, un contrato como traductora a una empresa civil sin experiencia, con un capital social de 3.000 euros y que el año pasado no tenía empleado alguno. La resolución administrativa del concurso, dotado con ocho millones de euros, no presenta irregularidades, pero en fuentes militares ha sorprendido que las bases no recogieran la exigencia de garantías de seguridad a los candidatos. Parte del trabajo de traducción de los empleados de esta empresa, cuyo propietario es un ciudadano de nacionalidad libanesa, girará en torno a material sensible sobre técnicas y procedimientos de las Fuerzas Armadas de España y de Ucrania, sumida desde hace dos años en una guerra. Hasta ahora, se venía exigiendo el testeo del perfil de los traductores en asuntos relacionados con las Fuerzas de Seguridad y los Ejércitos. Es un requisito que nunca debió desaparecer.
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