EDITORIAL
El blanqueamiento de Bildu
La entrega de la Alcaldía de Pamplona a Bildu por parte del PSOE significa para los abertzales no su victoria, sino la victoria de ETA sobre la sociedad española en conjunto
No hay discurso que valga para transformar el pacto de Sánchez con Bildu en Pamplona como algo moralmente aceptable y políticamente digno. Referirse a la formación abertzale como un «partido democrático y progresista» no es más que un mensaje de autoconsumo para que los socialistas ... sean capaces de digerir su entendimiento con Bildu sin que les regurgite la sangre de los 27 asesinados por ETA en Navarra. La realidad política en la que se han instalado los socialistas es esa que una la madre de un víctima –socialista– de ETA describió hace años: «Haréis y diréis cosas que me helarán la sangre». La clarividencia de la madre de Joseba Pagazaurtundúa cuando espetó esta profecía a Patxi López se ha visto confirmada y superada por los acontecimientos. La han confirmado las víctimas navarras de ETA, que son testigos de primera mano de cómo el Bildu asociado al PSOE discurre por la senda abierta a tiros por los terroristas. Por eso, la entrega de la alcaldía de Pamplona a Bildu significa para los abertzales no su victoria, sino la victoria de ETA sobre la sociedad española en conjunto, y sobre la navarra en particular. Todavía hay algún socialista que se cree eso de que «estamos llevando a Bildu al terreno constitucional». No es una idea aislada, sino la mentira compartida entre los socialistas para no tener que afrontar los pactos con Bildu con un rigor ético que, por mínimo que fuera, obligaría a descartarlos. Al PSOE le hace falta creerse sus propias mentiras para hacer lo que hace.
De la misma manera que Junts y ERC siguen aspirando a la independencia y mantienen la confrontación con el Estado precisamente porque van a recibir una amnistía 'gratis', Bildu no tiene razones para desistir de sus objetivos anticonstitucionales ni para deslegitimar a ETA precisamente porque se les premia con Pamplona sin renunciar a lo primero ni asumir el terror etarra. La capacidad transformadora de estos pactos del PSOE para crear nuevos climas políticos de convivencia es nula, porque se basan en concesiones que carecen de contrapartida por los separatistas vascos y catalanes. Solo hay una razón que explique esta degradación ética del socialismo español: la obsesión por evitar cualquier atisbo de poder en manos de la derecha.
Navarra comenzó hace años el camino de su vasquización de la mano de los socialistas. Sin embargo, la mayoría no nacionalista en la Asamblea navarra se repite Ayuntamiento de Pamplona, donde UPN, PSN y PP tienen más del 54% de los votos y mayoría absoluta de concejales (16 sobre un total de 28). Por tanto, la sociedad navarra aún mantiene su vinculación con la foralidad y la españolidad de su Comunidad. En este marco electoral no entraban los pactos del PSN con Bildu, que fueron negados por activa y por pasiva por los candidatos socialistas antes de las elecciones autonómicas y hasta después de los comicios generales del 23-J. Tampoco han sido una sorpresa, porque el valor de la palabra de un dirigente socialista cotiza bajo cero. Pero cabía esperar del socialismo navarro un freno de última hora ante lo que sigue representando Bildu en el pasado y el presente. Pero no hubo freno.
La delicada piel socialista, que tanto se resiente frente al PP y a Vox, se convierte en epidermis de elefante para repeler el clamor de las víctimas de ETA, otra vez traicionadas por el PSOE, otra vez humilladas por los pactos de Sánchez. Piérdase toda esperanza con el actual socialismo español, liberado de las amarras que mantienen unidos los partidos democráticos con los grandes valores de la democracia liberal europea. Lógico que Hamás y Bildu le hagan los coros.
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