editorial
Deporte vasco y trato de favor
La cesión para crear selecciones vascas de pelota y surf abre un peligroso precedente porque será la coartada para futuras peticiones del nacionalismo en deportes más representativos

Los dirigentes del PNV y de los partidos separatistas han recibido con euforia la enmienda a la Ley del Deporte, pactada con el PSOE, para el reconocimiento de las selecciones vascas de pelota y de surf. Aunque la proyección de ambos deportes en relación con las principales actividades deportivas roza lo simbólico, lo que ha importado a los nacionalistas vascos es el mensaje político de haber roto otra línea roja en la relación con el Estado. Por supuesto, los líderes nacionalistas han asumido este pacto como un primer paso para el reconocimiento general de las selecciones vascas y de su participación en todo tipo de competición internacional. Como la verdad no debe estropear una buena noticia, el PNV no repara en el dato de que hay organizaciones que, como el Comité Olímpico Internacional, no permiten la participación de selecciones regionales. Los que tengan la mirada puesta en las selecciones inglesa, escocesa, galesa e irlandesa de fútbol o rugby harían bien en revisar sus orígenes históricos, porque son anteriores a la creación de las respectivas federaciones internacionales.
El proyecto político que subyace al acuerdo entre PNV y PSOE explica que los dirigentes nacionalistas hayan visto en él un paso más en las aspiraciones 'nacionales' de Euskadi. Pedro Sánchez está repartiendo en vida su herencia, no sea que su alianza con todos sus socios pierda las próximas elecciones generales. En los últimos tiempos, el PNV ha logrado las competencias penitenciarias, que usa en beneficio de los presos etarras; ha recibido también las competencias en la red de Cercanías ferroviarias; ha renovado el cupo que paga al Estado por otros cinco años; y ahora consigue abrir la brecha en la representación deportiva con selecciones propias. Es imposible que el PNV no apoye a Sánchez en la aprobación de los Presupuestos porque no se va a ver en otra situación política tan propicia. La cesión de espacios de transferencias no es ninguna solución parcial a ningún conflicto, ni un gesto oportunista para resolver la debilidad del PSOE. Más bien es la propia raíz del conflicto, que además se perpetuará porque el nacionalismo nunca dejará de reclamar concesiones. Paso a paso, con decisiones de alcance y contenido variables, el PSOE va deconstruyendo la idea nacional de España. Nadie diría que por reconocer al País Vasco dos selecciones como la de pelota y la de surf va a sufrir la unidad de España. Pero lo que importa es la suma de renuncias y el trato de favor a todo tipo de nacionalismo, en los que asoman también exigencias de reformas estatutarias para que el País Vasco o Cataluña cuenten con su propio aparato judicial o su propia caja de Seguridad Social.
La complejidad de las competiciones internacionales pondrá las cosas en su sitio y probablemente el PNV moderará el entusiasmo actual con los que imagina la ikurriña en un podio europeo o mundial. Por el momento, el acuerdo con el PSOE cumple su función de demostrar que Sánchez está dispuesto a pagar el precio que sea para acabar la legislatura y que los nacionalismos de cualquier índole tienen en él a su principal benefactor. La cesión para la conformación de selecciones vascas abre un peligroso precedente porque será la coartada para futuras peticiones en deportes más representativos. Ni es inocente, ni es el principio de un acuerdo, sino el principio de un inmenso desacuerdo en términos de interés general. No solo se va a devaluar el deporte nacional, sino que se generarán agravios entre deportistas. Si todo responde a una necesidad coyuntural de Sánchez, malo; y si responde a una convicción 'plurinacional' del PSOE, peor.
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