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Campo minado para el PP

Es responsabilidad de Núñez Feijóo y de sus líderes territoriales demostrar que tienen la suficiente autoridad y credibilidad como para componer una agenda política propia

Editorial ABC

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El anuncio realizado el pasado jueves por Juan García Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, ha generado una crisis sin precedentes en el Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco de consecuencias en la agenda nacional. El protocolo clínico expuesto por el dirigente de Vox ante posibles abortos proponía, en origen, una colección de acciones que serían obligatorias para los profesionales sanitarios y voluntarias para las gestantes. Las medidas, entre las que se adelantaba el ofrecimiento de una ecografía 4D y la escucha del latido fetal, se presentaron con una imprecisión suficiente como para que el propio Gallardo acabara advirtiendo de que él no sabía mucho de embarazos.

Las reacciones fueron inmediatas. Desde el Partido Popular se sucedió una colección de desmentidos y matizaciones cargadas, a su vez, de imprecisiones que vinieron a demostrar una falta de coordinación evidente entre las dos fuerzas políticas que conforman el Gobierno castellanoleonés. El Partido Socialista, por su parte, encontró el terreno expedito para hacer saltar todas las alarmas alrededor de un conflicto que logra arrinconar al PP, tanto ante sus bases naturales como ante las del adversario.

El Gobierno de Pedro Sánchez se ha encontrado con una polémica que le resulta útil en, al menos, dos sentidos. De una parte, opaca la crisis derivada de la entrada en vigor de la derogación del delito de sedición y de la rebaja del delito de malversación y, de otra, reactiva una de las banderas del feminismo clásico, patrimonio tradicional del socialismo. De igual manera, Vox ha encontrado en este nuevo conflicto, espontáneo o planificado, un foco que le resultaba imprescindible. Máxime, cuando Alberto Núñez Feijóo ha desvelado algunas de las líneas estratégicas en el arranque de este año electoral y que se basan, fundamentalmente, en una ampliación hacia el centro de su mensaje tanto en el fondo como en las formas.

La libertad y los derechos reproductivos de las mujeres y el derecho a la vida son cuestiones lo suficientemente complejas como para que se aborden con una hondura y con una dignidad que parecen distar, con mucho, de la forma en la que se ha desencadenado esta crisis política. Aunque el protocolo estaba previsto que entrara en vigor ayer lunes, en este momento sigue sin existir una redacción estampada negro sobre blanco que permita evaluar el alcance ejecutivo de la propuesta. El Partido Popular ha demostrado una bisoñez impropia y escasa fuerza al permitir que su socio minoritario le rompa el paso introduciendo en la agenda política una cuestión altamente sensible y fundamental que resulta enormemente divisiva entre su electorado y sus votantes potenciales.

Este caso revela que el Partido Popular tiene pendiente evidenciar de qué manera administra la influencia de Vox en aquellos gobiernos que comparten. Existen muchas políticas públicas que pueden fomentar la natalidad y la protección de las familias, pero el modo en que se ha desarrollado esta polémica denota que en Vox y en el PSOE parece haber primado la táctica electoralista. El Partido Socialista no fallará a la hora de señalar cualquier tropiezo de los populares. Es responsabilidad de Feijóo y de sus líderes territoriales demostrar que tienen la suficiente autoridad y credibilidad como para componer una agenda política propia que sepa sortear las trampas que les tienden otros.

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