TIGRES DE PAPEL
Yo también soy víctima del terrorismo
Creer que existen causas mágicas y colectivas suele entrañar el riesgo de generar una ensoñación descontrolada

Yo también soy víctima del terrorismo. Lo gritaba con el dedo en alto, con la cadencia de quienes advierten las cosas por última vez. Como un cliente tiránico que exige la hoja de reclamaciones sin motivo. La voz y la neurosis salían de una camisa ... Ralf Lauren con el cuello cuidadosamente planchado y su aspecto de barba cana, las gafas de carey y el pelito un poco largo le daban el aire de un profesor de literatura.
La gravedad del aserto contrastaba con la histeria con la que declaraba la cosa. Víctima del terrorismo, decía. Y apuntalaba la tesis con un argumento alucinado que habría fascinado al peor de los sofistas. Jo també sóc una víctima terrorista... perquè soc català. Ahí es nada. En el «non sequitur» que dista entre la premisa y la conclusión encontrarán la esencia falaz sobre la que ha intentado legitimarse el independentismo catalán durante décadas.
Esta fue una de las escenas que se sucedieron en el homenaje a las víctimas del atentado de Las Ramblas de Barcelona. Pocas ceremonias civiles deberían ser más solemnes pero, en esta ocasión, el mismo extremismo que se cobró la vida depersonas volvió a encarnarse en quienes decidieronsabotear el acto de recuerdo. La formalidad y la hondura del minuto de silencio quedó interrumpido por quienes quisieron culpar al CNI y al Estado Español (sic) de la masacre causada por el fervor islamista de unos terroristas. El ritual de memoria y respeto fue destruido por quienes creyeron oportuno recordarnos que su monomanía y su república imaginaria son más importantes que el dolor de tantas familias.
El fanatismo siempre golpea dos veces, como solían recordarnos quienes profanaban las tumbas de los asesinados por ETA. Se trata, a ser posible, de matar doblemente. Da igual si es por causa del integrismo islámico o por la fantasía separatista. Creer que existen causas eminentemente grandes, nobles y, a ser posible, mágicas y colectivas, suele entrañar el riesgo de generar una ensoñación descontrolada. Para redondear la indignidad del homenaje truncado en Barcelona, Laura Borràs, todavía hoy presidenta de Junts, se dio un baño de masas e intentó rebañar su personal tajada entre tanta precariedad moral. Alimentar teorías de la conspiración va camino de convertirse en un peligroso patrón en nuestra política.
No merece la pena escandalizarnos ahora. Llevamos años, décadas y en cualquier caso demasiado tiempo asumiendo los presupuestos que hacen posible esta dolorosa fábula. En el imperio de las narrativas donde la realidad no vale nada, y en el que la expresión de la estricta voluntad construye mundos –escuchen la carcajada de Riefenstahl–, la escena de Barcelona no es más que otro epifenómeno del delirio. Si ellos se sienten víctimas, que nadie ose a despertarles del sueño.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete