tigres de papel
Pablo Iglesias tenía razón
El líder de Podemos decía que el PSOE y el PP eran lo mismo y, por fortuna para España, en parte acertaba
179 síes (12/11/23)
El PSOE se desengancha del 78 (9/11/23)
Nadie conoce mejor una realidad que sus críticos radicales. Por eso, si uno quiere saber de Platón, debe leer a Nietzsche. Y por idéntico motivo, nadie conoce mejor las galerías de una prisión que el líder de los amotinados. El pacto del 78 ha ... tenido muchos enemigos, desde los nostálgicos del régimen franquista hasta los nacionalismos secesionistas. Sin embargo, aquellos adversarios acabaron por robustecer nuestra convivencia y su fracaso fue el éxito de la España democrática y de derecho.
La mayor afrenta a la España de la Transición no la supusieron ni los disparos de los chicos de Tejero en el Congreso ni tampoco el terrorismo de ETA. En su grosera radicalidad, España supo reaccionar ante unas amenazas que fueron demasiado explícitas. Andado el tiempo, surgió un nuevo elemento desestabilizador del pacto constitucional que incorporaba mucha más astucia, una dosis de recato y una propuesta más sofisticada. Aquel desafío lo concibió el político español más inteligente de lo que llevamos de siglo. Su nombre es Pablo Iglesias y su plan se está cumpliendo.
El que llegara a ser vicepresidente con Sánchez sabía perfectamente que su paradigma político no podría arraigar en la España del abrazo constituyente. Tanto él como sus compañeros de viaje, muchos de los cuales ahora dulcifican sus maneras en Sumar, comenzaron a hablar del candado del 78 y subrayaron la necesidad de saldar lo que denominaron la cultura de la transición. Iglesias sabía que aquel acuerdo de convivencia sobrevivía gracias a un doble lazo que, efectivamente, garantizaba la estabilidad del pacto. Los dos seguros que protegían nuestra Constitución eran el partido mayoritario de izquierdas (el PSOE), su equivalente en la derecha (ahora el PP) y, entre ellos, la Monarquía. De ahí que Iglesias y los suyos criticaran a una casta transversal.
Que el PSOE y el PP no fueran tan distintos fue la gasolina del 15M pero, al mismo tiempo, expresaba la lealtad de una clase política a las líneas maestras de nuestra convivencia. Ambos partidos sabían que el disenso fundamental sólo podría referirse a cuestiones relevantes, sí, pero nunca nucleares de nuestro pacto constituyente. Que socialistas y populares se parecieran en lo malo (ambos partidos han albergado tramas de corrupción) es demoledor, pero que guardaran una semejanza en su respeto a las formas y maneras de la democracia liberal fue nuestra mejor garantía.
El movimiento indignado acertó al destacar que el PSOE y el PP eran lo mismo, pero ese parecido no sólo expresaba los errores comunes, sino también un consenso solapado en el que cabía gran parte de España. El muro divisivo que el PSOE levanta ahora frente a la mitad del país confirma la estrategia ideada por Iglesias. Sánchez sólo es un arribista, el listo era el otro. Tan listo que, mientras algunos señalan que Podemos está muerto, su paradigma se instala y se normaliza bajo siglas a las que hemos perdido el miedo.
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