lA dORADA TRIBU
Demi Moore, mártir de la belleza
Se trata de la resurrección para el cine, con 'La sustancia' de una actriz que animó mucho el patio de las películas dominicales de palomitas, durante muchas épocas
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De Demi Moore van a quedar para las hemerotecas de oro su posado de guapa embarazada, en Vanity Fair, que luego tantas otras han imitado, y su cabeza al cero, en la película 'La teniente O'Neill'. Eso, y que aceptó una proposición indecente ... por exigencias de guion, con Robert Redford de millonario que todo lo puede. Y así, hasta ahora mismo, cuando es la candidata al Oscar por su papel en 'La sustancia', una película cruda y estupefaciente, de terrorismo físico, donde una mujer, la propia Moore, vive esclava de la juventud de escaparate, hasta vértigos insólitos. Va favorita, Moore.
Se trata de la resurrección para el cine de una actriz que animó mucho el patio de las películas dominicales de palomitas, durante muchas épocas. Triunfó, se hundió, y ha regresado en un éxito que acaso ni ella misma hubiera pronosticado. Estamos, en cualquier caso, ante una famosísima. Y la famosísima ha cumplido 62 años. No mucha gente sabe que el apellido Demi lo adoptó de su primer marido, Freddy Moore. A este –nos referimos al marido, no al apellido– le siguió Bruce Willis, que es, además, el padre de los tres hijos de Demi. Se divorciaron en el año 2.000, después de trece años de matrimonio. Se arriesga por ahí que el motivo del divorcio fueron los celos mutuos, aunque eso ya ha pasado al baúl de los recuerdos, porque ahora Demi y Bruce se llevan como dos hermanos remotos, y se reúnen, tan resueltos, cuando hay ocasión familiar de importancia, que suele ser a menudo. Bruce ya padece demencia, y Demi ha logrado una soltería de espíritu después de completar una biografía de varios infiernos y otros tantos naufragios, que van desde una violación en la adolescencia hasta la recaída en la mala salud de la droga.
Cuando se cortó al cero el pelo, dice que dijo Bruce Willis que la calva le quedaba mejor a ella que a él. Igual Bruce llevaba razón. Ahí vimos que Demi tiene una feminidad de teniente, cuando se pone, y que a veces tiene 'noches de capitán', que son las noches incógnitas que Neruda sospechaba en tantas mujeres de atrevimiento, con mucha o ninguna melena. A principios de su carrera, Demi empujó los oficios difíciles de la modelo, bajo seudónimo, con posados donde se derrochaba en descaro y se ahorraba en ropa. Aquellas fotos de chica que se buscaba la vida se publicaron después, reiteradamente, cuando Demi dio el estirón profesional, y se hizo famosa de portada con vestuario de Hollywood.
Demi no ha sido una actriz de alto magisterio, según los que saben, o dicen que saben, pero sí una actriz que supo ocupar un sitio, en su momento, y un éxito de guapa de belleza no convencional. Llegó a cobrar más de 10 millones de dólares por una película. Tras Willis, se casó y se divorció de un apolo de juventud, Ashton Kutcher, veinte años menor que ella, y se contó que tuvo que aliviar la depresión con clínicas, cuando la ahogó el abandono. En su autobiografía, 'Inside Out, mi historia', detalla la propia Moore que consintió la participación en tríos, y que aquello es mejor olvidarlo. Ha sido y es una famosísima, sí, y una pionera, por algunas de las razones arriba apuntadas, y porque empezó muy joven en la mala vida rebelde, que no sé yo si a estas alturas le parecerá que es la buena. Lo que sabemos es lo que sabemos: vive hoy bajo el lema de «paciencia y buenos alimentos». Se le nota en la cara. Y que en vísperas de un probable Oscar está.
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