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LA DEFENSORA DEL LECTOR

Heridas abiertas

En el clima de polarización en el que vivimos, el ejercicio responsable de la redacción pasa por asumir, con más celo si cabe, que ningún artículo es inocuo

De propósitos y deseos

Gris oscuro casi negro

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Defensora del lector Charo Sádaba

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El reportaje del 7 de enero sobre sendos libros recién publicados acerca de los nuevos pueblos promovidos por el gobierno de Franco entre 1940 y 1970, ha suscitado un revuelo notable. Jesús Zorrilla, lector del diario, me hace llegar un mensaje en el que se muestra «decepcionado por el artículo» que considera «una sucesión de anécdotas, todas negativas». A su juicio, «un artículo debe exponer primero los hechos y valorarlos posteriormente. En éste los hechos están ausentes». En los comentarios de los suscriptores de la edición digital se repite la idea de que el texto es «tendencioso» y que no da una información de contexto ni de perspectiva completa.

Israel Viana, autor del texto y periodista de Cultura, no se sorprende por estas reacciones, ya que «todo lo que publicamos sobre Franco enciende las pasiones de los lectores, tanto de los de izquierdas como de los de derechas, poniendo de manifiesto que en España todavía no somos capaces de hablar de este periodo sin polemizar. Es una etapa del pasado muy presente». Explica que se trata de «un reportaje sobre dos libros que aparecen identificados en el texto». Estos libros, añade Viana, «abordan el inicio de la colonización promovida por el régimen de Franco a partir de 1939, que estuvo acompañada por la propaganda implícita en la política, y que provocó que quienes acudieron a esa llamada no encontraran lo que se había prometido». Viana explica que no son sus opiniones las que se vierten en el texto, sino las que aportan los expertos autores y, los centenares de colonos a los que han entrevistado para sus ensayos. No está de acuerdo en que el artículo no ofrezca datos, ya que a su juicio «se aporta información suficiente para un reportaje cultural como, por ejemplo, las 55.000 familias que fueron, los años de la medida, los organismos implicados, el porcentaje de tierras expropiadas, cuánto creció el valor de estas, los intereses que pagaban los colonos, cuántos de estos abandonaron el proceso o el tiempo que tardaron en pagar la deuda». En cualquier caso, dice Viana, «datos más que suficientes para contextualizar. Es un reportaje de prensa y no un ensayo o una tesis, e invito a los lectores a que compren los libros y puedan captar los infinitos matices de la historia».

Es cierto que muchos de los comentarios de los suscriptores de la edición digital atribuyen a los autores de estos ensayos, y no a Viana, las posibles deficiencias que detectan. No obstante, uno de ellos dice: «Nada fue nunca perfecto. Tampoco ahora. Un artículo ciertamente pobre por la letanía quejumbrosa que transmite». El propio Viana advierte que ambos textos abordan la colonización desde puntos de vista diferentes, pero que los dos destacan las «penurias y las luchas de los inicios de este proceso», lo que podría explicar esta sensación de que no se hace justicia a la historia de un periodo al referirse únicamente a la parte negativa. El mensaje de Jesús Zorrilla, por ejemplo, hace mención a que «es elocuente el final cuando Viana afirma que los colonos están orgullosos de lo que hicieron para sacar adelante a sus familias en esos pueblos, lo que está en contradicción con el grueso del artículo». En este sentido, Israel Viana comenta: «Una de las autoras entrevistadas, hija y nieta de esos primeros colonos y está orgullosa de su pasado, me felicitó por lo bien había reflejado aquel proceso». El periodista no cree que sea incompatible que una realidad que pudo ser azarosa haya generado sentimientos de orgullo por lo logrado, y recuerda cómo «el artículo menciona el caso de Llanos del Caudillo donde, en un referéndum popular promovido por una alcaldía del PSOE, el 70% de la población optó por mantener el nombre».

El artículo ha resonado de una manera especial al inicio de 2025, cuando el gobierno propone celebrar los cincuenta años de la muerte del dictador. Para Viana «lo que la política haga no es determinante», lo que puede tener sentido de una manera estricta desde la perspectiva de una sección cultural. Pero la realidad es que sí lo es, y que la proliferación de exposiciones, publicaciones y eventos que se van a producir estos meses pueden ser interpretadas en un marco social y político concreto. Viana lamenta que «a diferencia de otros países, el relato de lo que pasó hace setenta años en España suscite reacciones como si hubiera sucedido ayer». Y esta reflexión me lleva a pensar, al hilo de este reportaje, en qué medida puede el periódico contribuir a cerrar esta herida. Pienso que en el clima de polarización en el que vivimos, el ejercicio responsable de la redacción pasa por asumir, con más celo si cabe, que ningún artículo es inocuo, y que hay que evitar a toda costa poder ser utilizados como un arma para azuzar batallas que no hacen bien a nadie

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