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TACONEANDO

Todo por el sillón

Si hablamos de la derecha reaccionaria no hablamos de la amnistía ni del sillón

Cristina Casabón

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Sánchez abrió la mañana el discurso más rojo de investidura contra los elementos exaltados (sic) de la ultraderecha (sic). Es un hombre que pretende gobernar España mediante el estigma hacia el ciudadano reaccionario, que ya somos todos. El discurso de investidura, aparte de resultar ... repetitivo, se manifestó triunfalista, hermético y fanático. Hermético, quiero decir, porque no aclaró ninguno de los enigmas que tejen su plan de la amnistía a cambio del sillón, y porque le hemos visto entrar hoy por la puerta de atrás del Congreso. Los fotógrafos, que son unos linces, le han pillado. «Yo soy yo y mi sillón», tenía que haber dicho Sánchez, pero ahora sus pactos le llevan a un agua quieta y palúdica donde lo mismo le puede morder el pie un fascista que infectarle el paludismo cualquier reaccionario. Así las cosas, el tedio de la mañana se convertía en turbamulta y azote de la democracia cuando Sánchez empezó elegantemente recordándonos que va a pactar lo que quiera porque dispone de la mayoría parlamentaria para hacerlo. Yo, que amo el confort y escribo en mi sillón de mimbre, cómo no voy a compadecer al señor Sánchez. No hay monomanía de poder ni delirio de grandeza antifascista, sino un cariño recíproco entre él y su sillón.

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